En Órbita

La lengua que me habita

La mejor manera de aprender una lengua es mediante la inmersión cultural, es decir, habitando la lengua.

Habla una nueva lengua para que el mundo sea un nuevo mundo.

Rumi.

Por Cony Quiroz*

Especial para Tercera Órbita

 

Corría la segunda década de siglo XXI y las cosas en Colombia no estaban fáciles. No había trabajo, seguridad ni estabilidad económica. Así que me propuse darle continuidad a la idea de mejorar el inglés, busqué opciones en Australia, Inglaterra y Estados Unidos, las dos primeras me resultaban costosas y no tenía ningún contacto por esas tierras lejanas; entonces acepté la invitación de una amiga colombiana que llevaba 10 años en Houston Tx y me había ofrecido hospedaje y algunas opciones para que me pudiera habituar a la vida en USA.

Contaba con una visa de turista que estaba próxima a expirar, así que sin más rodeos decidí montarme en el viaje desde Bogotá, ya había estado una primera vez hacía 9 años, así que pensé que la segunda sería más sencillo. Tenía un curso de gramática del inglés con certificado, podía saludar y despedirme, pero anhelaba poder conversar y reír con profundidad como lo hacía en español. La gente a mi alrededor me decía que la mejor manera de aprender una lengua era mediante la inmersión cultural, es decir, viviendo y hablando, porque para aprender una lengua había que hablar mucho y escuchar mucho, así no entiendas ni te entiendan. 

El sentido de extrañeza y extranjería empezó cuando el avión aterrizó en Houston Tx. De ahí debía tomar una conexión hacia el destino de llegada: Austin Tx. Me sentía confundida por no entender bien el idioma ni la señalización del aeropuerto y los cambios que indicaba el pase de abordar de una ciudad a otra. Me dolía la cabeza, no entendía nada de lo que decían por los altoparlantes y no era claro el inglés de los oficiales de inmigración afroamericanos, tampoco le comprendí a la chica de Starbucks que me brindó el primer café en este país. Imbuida en la confusión, recordaba una frase que decía –donde fueres haz lo que vieres –, así pasaba diferentes situaciones que, aunque incómodas, se ajustaban al principio de realidad que me permitía estar ubicada.

Cuando el avión por fin aterrizó en Austín Tx supe que me enfrentaba a otro mundo, a otra cultura, a otra lengua y con ella otra forma de interpretar la vida. Había venido para mejorar el inglés, y el poco conocimiento que traía de este idioma en realidad era insuficiente, una cosa es el inglés en Colombia o en cualquier país de Latinoamérica y otra muy diferente en el propio suelo extranjero.

Todo absolutamente todo era nuevo otra vez, sin duda me sentía otra, diferente, foránea, tenía miedo, me sentía insegura, estaba sola, sin darme cuenta había tomado distancia de mi propio yo, quizá lo había dejado en el aeropuerto internacional El Dorado en los abrazos cómplices de mis amigas y a quienes les prometí volver con otras historias, y por supuesto, otra lengua. Decirlo parecía fácil, vivirlo era el verdadero reto al que me enfrentaba, no tenía una ruta trazada ni un plan turístico de viaje con reservas, solo tenía mi equipaje y este computador que me había regalado mi padre hacía 11 años.

La amigas Mile, Andrea y Gabriela despidiendo a la escritora en el aeropuerto internacional El Dorado.

Me sentía tan extraña de mí misma que me era imposible adaptarme. No quería comprar en Starbucks, ni en McDonald´s, ni en KFC, ni en Pizza Hut, no quería ser cómplice de la guerra que se financia desde aquí, sin embargo, amaba el café, la hamburguesa, el pollo frito, la pizza, era paradójico e ilógico y no le encontraba sentido a lo que estaba viviendo; era la realidad que tenía que enfrentar y a la que poco a poco he ido accediendo en ese intento de adaptarme. He aprendido que no se trata de aceptarlo todo o de entenderlo todo, es más, nunca se entiende todo, se trata de aprender a sobrevivir con la resistencia sobria y objetiva acorde al estilo de vida que te puedes permitir y a las metas que te hayas trazado.

Había venido para quedarme más tiempo del pensado, eso lo intuía, pero no era capaz de expresarlo, ya no era la turista de hace 9 años que había dispuesto de todos los ahorros para conocer y pasear mientras hacía desprevenidos intentos para aprender otra lengua; ir a los conversatorios que había en las bibliotecas públicas o asistir a las clases de inglés que impartían en las iglesias.  Ahora corrían otras aguas y el tiempo, el bolsillo y la energía ya no daban para viajar distraídamente, ahora prefiero los viajes lentos y profundos, llenos de aprendizaje; tuve que buscar trabajo, casa, después carro (sin él no se vive o cuesta mucho más) y después la escuela para estudiar inglés como segunda lengua (ESL). Habría querido dedicarme únicamente a estudiar, pero al mismo tiempo, vivir este proceso me posibilitaba seguir escribiendo, sintiendo y pensando en español. 

Como el tiempo no alcanza para hacer mucho ni el dinero para pagar costosos cursos, hay que dividir la energía entre trabajar, pagar deudas, estudiar e intentar entender a los nativos y foráneos que hablan un inglés más pausado y les entiendo más. Desde el primer viaje a USA sabía de la existencia de los cursos de ESL, son gratuitos, duran 3 meses cada nivel y van de primero a quinto, su nivel más avanzado. Los imparten en los community colleges (Universidades pequeñas) de cualquier Estado, el paso a paso es inscribirse, esperar por un cupo de una lista de entre 3000 y 5000 personas pendientes para acceder a un test que determina el grupo y el nivel de cada persona, los cursos se dividen en periodos marcados por las estaciones.

Los primeros cursos que hice fueron uno de verano y otro de otoño de nivel intermedio, luego en invierno el de nivel avanzado, en ese proceso me enteré de la existencia de los cursos Beyond ESL con una intensidad de 50 horas en 3 meses, son cursos con costo, de mayor nivel, mayor exigencia y mayor responsabilidad, con estudiantes de diferentes latitudes; eso lo diferenciaba del nivel ESL, donde adquieres un nivel básico para defenderte en ligeras conversaciones. Las personas que ingresan en estos cursos somos inmigrantes latinoamericanos, en su mayoría de México, Colombia, Honduras, Venezuela, Guatemala, Perú e indios, afganos, asiáticos y africanos en menor proporción. Personas que llevan muchos años en el país, para quienes la segunda lengua no ha sido una necesidad.  Escuchar la diversidad de acentos guiados por una sola lengua, el inglés, es realmente fascinante y enriquecedor a nivel cultural, porque de lo que uno habla en inglés, en español, dioula o kamentsá, siempre será del pasado, de los relatos que nos anteceden, de las historias que nos contaron los abuelos, de lo que éramos antes de emigrar a este país tan diferente en cultura e identidad. To be, or no to be, that is the question. Ser o no ser, esa es la cuestión. Shakespeare.    

Con el grupo de inglés avanzado de Durham Tech.

Después de terminar todos los cursos, podría afirmar que no es suficiente para adquirir las habilidades completas de una lengua: leer, escribir, hablar y escuchar. En realidad, hace falta mayor inmersión, tiempo y disposición. El aprendizaje es paulatino, durante el proceso se atraviesan diferentes momentos: pasar de no entender nada a aceptar lo que digan los otros por miedo a la burla y el rechazo, decir un par de frases con acento para que los demás asuman que lo entiendes perfectamente y no reparen en las pausas y la velocidad, y la más común es quedarte muda en inglés y seguir en la comodidad de hablar en español acerca de las valiosas intenciones de querer aprender rápido el inglés. Porque finalmente la lengua es el refugio, el lugar seguro, la lengua madre.  Esto es muy común, nos pasa a la gran mayoría, así que buscamos trabajo en español, vamos a restaurantes latinos, usamos el traductor, la lengua de señas, unas veces fingimos sordera crónica frente a la nueva lengua, y otras fingimos demencia frente a la nueva cultura, y así se nos va la vida.  

Es verdad que conocer las reglas gramaticales y algo de vocabulario ofrecen cierta seguridad, pero no es suficiente para sentirte parte del idioma. Fue entonces cuando empecé a notar otras posibilidades de práctica de la lengua. Probé con aplicaciones como Hello Talk o Tandem, las conversaciones son casuales, amenas, respetuosas, a veces he tenido que hablar mucho en español y otras escuchar mucho en inglés. Los personajes cambian, en las noches es cuando hay más tiempo para hablar, siempre les pregunto si ha sido posible tejer una amistad o trascender un poco más en la conversación, algunos afirman que sí, porque quizá encuentran muchos puntos en común, a mí no me ha pasado, por el contrario, siempre estoy teniendo conversaciones básicas repetitivas de saludos, oficios, comidas, gustos, parejas y pare de contar. He encontrado personajes de la India cuyo propósito parece ser no aprender nuevas lenguas, si no encontrar pareja para casarse, lo digo por las preguntas que hacen de entrada… ¿Cuántos años tienes? ¿Tienes pareja? ¿Tienes hijos? Yo te puedo ayudar con la lengua. ¿Podemos hacer una video llamada? Y así en cada primer intento. La verdad no me seduce ni un poquito, por el contrario, me aleja de la idea de aprender en dichas apps.

También he probado apps como Quizlet y Duolingo, un año sin perder la racha de estudiar de 10 a 15 minutos diarios, para empezar está muy bien, se aprende vocabulario, son lúdicas, interactivas, el canal de podcats se entiende, pero llega un momento en el que te aburres porque necesitas más. He pasado por varios profesores en Youtube, todos muy buenos, pero no me he quedado con ninguno. También pasé por Open English, gracias a mi amigo Juan Guillermo Silva, con quien estudiamos Español y Literatura en la Universidad del Cauca, que me regaló la suscripción y a quien le agradeceré siempre el acompañarnos en este proceso, él desde Houston Tx y yo desde Carolina del Norte. Hace poco conversamos sobre Open English, en que está muy bien para niveles iniciales, pero se queda corta la aplicación cuando quieres ir más allá de las fronteras del lenguaje. Actualmente estoy con la IA y la app Promova, una palabra ucraniana que significa discurso o pronunciación, justamente lo que estoy estudiando ahora, la pronunciación, porque la que aprendí en Colombia por acá solo me ha traído enormes carcajadas con mis amigas latinas que andan en las mismas, intentando comunicarnos mejor para hacer de este mundo y de esta experiencia de vivir en Estados Unidos una travesía más liviana y llena de memoria, especialmente de memoria lingüística.

Finalmente, aprender una lengua no es solo repetir frases hechas o dominar los verbos irregulares. Es estar dispuesta a perder un poco la vergüenza, a sonar rara, a equivocarme para seguir aprendiendo. Me gustan las conversaciones sinceras y profundas con personas reales, y las apps de conversación poco se acercan al objetivo de entender el idioma o habitarlo.

Enseñando español a extranjeros en la biblioteca.

Hace 9 años presencié varias reuniones donde el discurso lo hilaban especialmente hombres, entendía casi el 50% y me sentía, aparte de excluida, vulnerada en mi dignidad; quería opinar libremente y expresar mi desacuerdo en ser una Lady latina que acompaña y acepta. Para eso también vine a aprender otra lengua, para defenderme y expresarme frente a las desigualdades, la opresión y la xenofobia latente. Por fortuna los libros y las bibliotecas me han acompañado emocionalmente y me han servido de puente para comunicarme con otros de forma segura. También he hablado con desconocidos en conciertos, parques, museos, a veces voy al cine, escucho podcats y me aprendo canciones en inglés que me gustaban desde niña, pero que nunca las había comprendido en sus letras, creo que eso es parte de habitar la lengua.

Ahora trabajo en un preschool, y curiosamente han sido los niños quienes me han enseñado más que muchos libros. Sus frases simples, sus preguntas espontáneas y su manera directa de comunicarse me empujan a hablar sin tanto filtro ni miedo. Me escuchan sin prejuicio y me obligan a responder con lo que tengo: lo que sé, lo que invento y lo que intuyo. A veces creo que me invento algunas palabras que solo ellos pueden entender, lo sé por sus miradas y sus sonrisas cargadas de complicidad.

También he encontrado espacios comunitarios de voluntariado donde el inglés no se enseña, pero se vive, creo que todas estas posibilidades me han ido acercando un poco más a lo que soy, a esa promesa que dejé en Colombia en los abrazos de mis amigas. Poco a poco y lentamente lo he ido trayendo a que me habite en este nuevo ser que ahora soy después de un año y medio de haber llegado a cumplir con esta misión. Aprender otra lengua es apropiarse de una nueva identidad y de otras formas de interpretar el mundo; el inglés y el español no solo se diferencian en sus palabras, sino en la manera en que ven y sienten la vida.

En la biblioteca pública de Durham NC leyendo un libro àlbum

Decir más con menos palabras

El inglés es una lengua directa, lógica, funcional. Su origen es germánico, se formó entre invasiones, conquistas y mezclas, de donde viene un idioma práctico, su lógica está hecha para funcionar con rapidez: Sujeto, verbo, complemento. He intentado transitar el amor el inglés, pero prefiero hacerlo en español. En inglés, si algo te gusta dices I like it, pero si te gusta mucho I love it, en español se dice de muchas maneras sin tener que acudir a la palabra love. Tenemos una enorme riqueza literaria en Cervantes, Quevedo y Lope De Vega. En español se canta y se cuenta, existe una palabra para nombrar cada cosa. Con el inglés es diferente, hay una relativa economía del lenguaje que te lleva a cortarlo, simplificarlo y pronunciarlo todo más rápido; todavía me cuesta entenderlo. Todavía me cuesta hacerme entender. Aprender una lengua es aprender a decir más con menos palabras.

En inglés se dice fall in love, como quien tropieza y cae. En español uno se enamora, y adentro ocurren un montón de expresiones, hay una escala emocional que va desde lo más sutil hasta lo más profundo: estoy tragada, estoy embobada, me tiene en las nubes, muero por verte, te llevo en el corazón. Cada frase tiene su propio contexto y tono. Al español lo habitan las emociones y las palabras se acomodan según el momento y la intención; todo esto porque el español proviene del latín, una lengua llena de matices y conjugaciones, además de la influencia del árabe, que le aportó belleza, poesía y metáfora. Francisco de Quevedo en un soneto define el amor:

   Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un malpresente,
es un breve descanso muy cansado.

Por eso es difícil enamorar en inglés, endulzar con las palabras, flirtear. Nuestra cultura hispana valora lo relacional, lo afectivo, lo colectivo: hablamos para conectarnos, para sentirnos cerca, para crear vínculos; de ahí que sea tan importante para mí tener conversaciones profundas y reales. De hecho, lo que más extraño de Colombia es la construcción colectiva permanente con mi familia y amistades.

En realidad, ha sido un proceso lento, pero divertido, a veces doloroso por la presión de quienes te extrañan, cuando en cada llamada preguntan ¿y cómo vas con el inglés, ya eres bilingüe? Repito, todo depende del objetivo que quieras lograr, finalmente aprender a hablar es un capital de aproximadamente 2000 o 2500 palabras para expresar y entender conversaciones básicas como la gran mayoría de las que se practican en la actualidad por el escaso tiempo que tenemos. Yo seguiré mi proceso lento pero profundo de aprender a comunicarme en una segunda lengua para habitar lo que soy, y darle al otro, al nativo, al inmigrante, al extranjero y al foráneo, una parte de lo que soy ahora que empiezo a comprender el mundo en dos lenguas. Al final del día somos fragmentos de la historia que nos han narrado en el pasado, y que seguimos tejiendo en el presente gracias a las conexiones que genera el maravilloso acto de la comunicación, ojalá siempre de manera profunda y poética, porque las lenguas están vivas, eso es precisamente lo que busco en relación a los otros, habitarnos como seres del lenguaje que somos, como seres en expansión y transformación permanente; así habitar dos lenguas es habitar dos maneras de sentir y de nombrar la vida. It is what it is, en español latinoamericano Eso es lo que hay.

Licenciada en Español y Literatura de la Universidad del Cauca y Magister en Estudios de la Cultura de la Universidad Andina de Ecuador. Ha sido docente y promotora de lectura en diferentes regiones de Colombia con el Ministerio de Educación y la Biblioteca Nacional de Colombia. Es viajera, actualmente vive en Estados Unidos, es profesora de pre kínder e imparte clases online de español a extranjeros. 

4 thoughts on “La lengua que me habita”

  1. Estimada Cony, viajo con tus letras, gracias por la nave. Tienes mi profunda admiración y cariño a tu ser libre, amoroso y valiente.

  2. Saludos desde la ciudad blanca mi querida Cony Quiroz. Me gustan tus publicaciones aquí, ejerciendo tu modo escritora, cronista, narrativa. En primer lugar, felicitaciones de nuevo por tu valentía, la misma de toda tu vida para arrancar, dar el paso, con miedo seguro pero que otros quizá no nos atrevemos. Te admiro por eso! Venimos de una generación híbrida, donde hubo represión pero también libertades, la herencia de la primera nos ha impedido muchas veces comernos el mundo y salir a más; sin embargo, el espíritu libertario de nuestros padres y madres por querer vernos lejos y felices nos llevó a tener, apreciar y saborear la educación. los libros y las bibliotecas. Estás en lo mejor de la experiencia, lo que narras es la prueba de que todo tiene un propósito. Creo, y es mi sentir personal, que quizás como tus estudios son literarios y al referencia a grandes escritores castellanos es entendible que deseemos expresarnos en inglés como lo hacemos en la lengua materna, tal vez no sea imposible pero, creo que disfrutar de la experiencia de vida, los lugares, la gente nueva, los lugares mágicos y anécdotas te dejarán el aporte lingüístico en la nueva lengua. Sigue adelante, como dice alguien por ahí: “salta! que ya aparecerá el suelo” y sino pues a gozarse el vuelo. Un abrazo muy cariñoso, como siempre, mi querida amiga literata, de músicas, cine y lecturas.

  3. Siempre será interesante leerte, un texto que atrapa con su detalle y expresión de cada situación que se afronta con los retos que llegan y se quedan…
    Felicidades, gracias por compartir.

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