En este ensayo intento mostrar si en el tejido del mito del Yurupary surgen actos de insurgencia por parte de las mujeres: si existen gestos que rompen, que desafían, que rehacen el orden patriarcal que el relato parece imponer.
“La rebelión, en sentido general, es un acto de resistencia a la autoridad, o de desobediencia cuando existe obediencia debida en una organización jerárquica”
Cepeda, M. J. (1995)
Por Ángeles Giraldo
Especial para Tercera Órbita
Antes de entrar, conviene situar brevemente el origen del relato: la versión que aquí consultamos circula a partir de relatos y ediciones como las compiladas por Maximiano José Roberto y comentadas por estudios recientes. Conviene aclarar algo: aunque busquemos insurgencias, no debemos proyectar sobre el mito nuestras categorías contemporáneas so riesgo de anacronismo (el machismo, por ejemplo); el contexto histórico y cultural del Yurupary no es el nuestro. Aún así, sus voces y gestos nos hablan; conviene escucharlas con cuidado.
A continuación presento las posibles rebeliones que, a mi juicio, aparecen en el relato:
1- Las mujeres acusaron a los viejos del rapto de Yurupary: Cuando el niño Yurupary desaparece en manos de su madre Seucy, las mujeres tenuinas no aceptan el silencio. Acusan a los viejos de haberlo raptado y, tras interrogarlos sin resultado, les dan un plazo para devolverlo; si no, amenazan con el “suplicio de los peces”: atarlos en el agua para que los peces, atraídos por la sangre, los devoren. Ese gesto —la acusación, la amenaza pública— no es un rumor inocuo: es una forma de imponer sanción frente a una impunidad que se percibe masculina y protegida por las costumbres de los payés (véase la narración en Yuruparí: engendrado de la fruta, 1990):
Las mujeres culparon a los viejos del rapto de Yurupary, y después de interrogarlos inútilmente, les ordenaron que devolvieran al niño en el término de un día, con la amenaza del “suplicio de los peces”, si no lo hacían; es decir, de ser atados dentro del agua, con la cabeza fuera, y de ser heridos para que los peces, atraídos por el gusto de la sangre, los devoraran. (Yuruparí: engendrado de la fruta, 1990).

2- Las mujeres se sintieron excluidas por las nuevas reglas del Yurupary y prometieron tomar represalias en contra de él: Las mujeres se sintieron excluidas por las nuevas reglas del Yurupary y prometieron tomar represalias en contra de él: En el momento del regreso de Yurupary, con 15 años, a la tribu de los tenuinas, fue escogido como el tuixána y con sus respectivos ornamentos. Mas, al momento de observar el lugar, se dio cuenta de que, a pesar de que había más hombres que mujeres en la población eran ellas las que mandaban, Yurupary decidió excluirlas de la futura reunión en donde se le iban a entregar sus ornamentos. Esta sería la primera decisión de un cúmulo, en donde despertaría el cólera de las mujeres en la tribu, y también ellas comenzarían a ejecutar su plan muy astuto de venganza. Es algo muy revolucionario y valiente que estas mujeres, a pesar de que les arrebatan el poder total y repentinamente, decidan no quedarse con las manos cruzadas en esta situación injusta para ellas. No es solo rabia, es el inicio de una coordinación para recuperar lo perdido:
Las mujeres, que hasta entonces eran las únicas que dirigían los asuntos del pueblo, quedaron descontentas al ser excluidas de la futura reunión y se prometieron deponer a quien en tan mal momento habían elegido tuixáua, disculpándose por ello en el hecho de que él aún no había recibido los ornamentos de jefe. (Yuruparí: engendrado de la fruta, 1990).
3- Las mujeres nunuibas deciden seducir a los viejos para sacarles información sobre la traición que plantea Yurupary hacia ellas: Empieza aquí el plan de espionaje: actuar con más discreción para sacar pruebas de la supuesta traición de Yuruparí. Después de que Yuruparí impusiera sus reglas en la reunión de entrega de ornamentos —y de saberse que algunas mujeres que intentaron espiarlo quedaron convertidas en piedra (incluso hasta la madre de Yurupary sufrió este castigo)—, juraron venganza. Yuruparí se retira a vivir a Aiarí. Entonces las nunuibas llegan a la Yurupary-oca recién construida spor los viejos y arman una fiesta; tras varios días de insistencia los seducen y, con sus propios artilugios y astucia, logran arrancarle a Ualri la información que necesitaban. La habilidad, la sutileza y la resiliencia de estas mujeres —al negarse a aceptar un secreto que las perjudicaba— muestran que no son débiles frente al poder de los hombres ni ante el gobierno de Yuruparí. Esto lo confirma el propio plan que habían planeado:
¿Hay rebeliones por parte de las mujeres en el Yurupary?
Las mujeres enfrentan al payé […]La lengua que me habita
La mejor manera de aprender una lengua es mediante la […]Curao Trío
Lucía Ante en la guitarra, Judtih Ortega en el saxo y […]Cali: 489 años
De las más de 200 canciones que le han dedicado a […]Disco completo
Iniciativa radial que pretende volver a escuchar […]
Debemos tratar de descubrirla pronto para tener el corazón tranquilo. Mañana cada una de nosotras, aquí o en su casa, debe obligarlos a revelar lo que se trama contra nosotras, por medio de seducciones o de sorpresas.
4- Las mujeres tenuias que se cosieron las vulvas, se cortaron el pelo y mataron niños: Cuando a Yurupary le toca volver a la Sierra de Tenui para ver a sus madres, llegan a la estera Naruman y se encuentran con una escena atroz: madres muertas, huesos de niños y cabellos esparcidos. Al día siguiente de su partida hacia Aiarí, las mujeres los habían buscado sin descanso; al no hallarlos, Arauyry y Pesparen dijeron a las demás que los hombres las habían abandonado.
Entonces las mujeres tomaron decisiones extremas: mataron a todos los niños para impedir que se propagara la estirpe de esos hombres; se cortaron el cabello —ese olor que traía consigo la memoria de los labios masculinos— y se cosieron la vulva para no tener más hijos. Ese gesto es, quizá, la forma de rebelión más radical: negar la obligación social de reproducirse. El mito registra el hecho así:
Y todo fue aprobado, y lo primero que intentaron hacer fue sacar a nuestras madres, pero no pudieron. Entonces se cortaron el cabello y lo depositaron allí, mataron a todos los varones y les cortaron los labios, uniéndolos con resina de uanany para que se cerraran.

5- Curán le enseña la música y el canto de Yurupary a las mujeres ariandas: La esposa de Caminda, Curàn, hizo pensar a su esposo que estaba dormida, siguió a la tribu de los hombres cuando éstos se reunieron en un festín en el Yurupary-oca; allí escuchó la ley, aprendió la música, el canto y hasta comprendió algo del proceso de fabricación de los instrumentos que, por la norma, sólo los hombres debían conocer: el secreto de Yurupary.
Curán no se limitó a romper los estereotipos del régimen patriarcal: también difundió ese secreto entre sus compañeras ariandas. Mientras Yurupary estaba en el cerro cumpliendo su misión, a Curán no le importaron tanto las posibles consecuencias de su acto —revolucionario y rebelde— como que todas, sin distinción de sexo, pudieran gozar y participar de la vida cultural. Se salió de la ley de Yurupary que decía “las mujeres no deben saber mi don musical”.
Es, quizás, el segundo acto más importante para evaluar si hay representación de rebelión femenina frente al régimen de Yurupary. El mito lo relata así:
Un día Curan reunió a todas las mujeres fuera de las malocas y les reveló el secreto de Yurupary; les dijo cómo eran los instrumentos y cantó la música y el canto de Yurupary

¿Hay rebeliones por parte de las mujeres en el Yurupary?
La respuesta, claramente, es un rotundo SÍ. No solo por los contextos, ejemplos y situaciones ya explicadas anteriormente, sino porque este mito refleja la resiliencia de estas mujeres en tribus marcadas por un pensamiento androcéntrico —no por un ginecocentrismo— en aquellas épocas de la Amazonía colombiana.
También muestra la extensa inteligencia y destreza de las mujeres frente a situaciones tan complejas e injustas. Hay que mencionar, además, su lucha y perseverancia por la igualdad (así lo hicieran de forma consciente o inconsciente): buscan recuperar lo que se ha perdido, o al menos lo mínimo en una comunidad sociable.
Su trabajo en equipo es organizado e indestructible. La ausencia de egoísmo, su generosidad y empatía —incluso hacia sus mayores verdugos masculinos— se revela en su deseo de compartir con otras mujeres de distintas tribus bienes que para algunos son mínimos: el gozo y las habilidades artísticas, musicales, folclóricas y culturales.
Todas estas características son lo que hacen realmente especial la participación femenina en el Yurupary.