Retrato de un poor boy que se convirtió en el Rey del Latin Soul.
Después de 53 años de vida artística, las grabaciones bilingües de este virtuoso músico no han perdido la naturaleza de su espíritu: mezclar y atrapar la esencia juvenil. Poseedor de un sonido cronoresistente y apóstol del poder transformador del mestizaje en su propósito musical y creativo, la vida del gran Joe Bataan se lee como película biográfica a la espera de ser visualizada.
Por Juan Guayara Mora
Desde las entrañas de El Barrio
Los anaqueles de música de la Gran Manzana guardan una de las historias más originales. La de un genio mestizo que nunca se ha ido del Spanish Harlem. La obra de este maestro de la música contemporánea contenida en 16 producciones, es una de las colecciones imprescindibles para las tendencias del sonido progresivo. Siempre visionario e independiente, Joe Bataan encarna la autenticidad de un sonido atento a la onda callejera en constante evolución con la diversidad de géneros y el desarrollo tecnológico.
Su madre afroestadounidense y su padre filipino, lo llamaron Bataan Nitollano. Nació en 1942, creció en las recias calles del Harlem Latino y hacía parte de una pandilla juvenil puertorriqueña. A los 15 años es arrestado por conducir un auto robado, es condenado y privado de su libertad por cinco años. Desde la correccional el travieso afrofilipino se enfoca y se disciplina en la academia. Termina estudios secundarios, obtiene el título de licenciado en música y aprende a tocar piano.
En libertad, con la potencia juvenil de sus 20 años, la vida no lo alejaba de esas vacilantes calles pero ahora las enfrentaba con un proyecto musical. Decidido a golpear contundentemente arma un combo de músicos imberbes y organiza su primera banda, The Latin Swingers: Joe Fuentes 1er trombón, Eddie Nater Timbales, Louie Devis Bajo, Richie Cortez Coro, Rubén Hernández 2ndo trombón, Lorenzo Galén Conga, Louie Gonzalez vocal (en español), Ralph Iguartau Coro, Milton Albino Bongo y Tito González Piano. Esos creyentes, que con debida autorización de sus padres llevaba a las casas después de cada ensayo, lo acompañaron a engendrar el sonido que atraparía los cuerpos en las rumbas de cuota en el hervidero de nacionalidades del Harlem Latino.
El Boogaloo, ritmo que zarandeó los códigos de la música latina vigentes desde los años 50 fue la base inicial, junto al Soul, azotaron las furiosas calles a fuerza de encuentros por diversas culturas que compartían un andén, una calle, un edificio, una pandilla. Sincretizando sonidos de la onda afro, armado de lingüísticas comunes al ghetto, tocando para latinos que hablaban inglés y estadounidenses inmersos en la cadencia musical latina, el joven visionario y su pandilla musical de imberbes llamaron la atención de la naciente compañía discográfica Fania. Era el año de 1966, las calles que lo habían confinado a una providencial reclusión, se convertían ahora en el acero para tallar su nombre en la historia de la música. Joe Bataan, la voz del Latin Soul, empezaría a sonar en las esquinas bajo el diamante de la aguja.
La Era Fania
Laboratorio del sonido citadino
El ambiente a finales de los sesentas en Estados Unidos era de completa agitación. El joven director, compositor, cantante y pianista junto a su combo de creyentes se proponen crear un sonido frenético, ecléctico y transgresor. Ellos eran la nueva generación, la personificación misma de las entrañas del Barrio Latino. La exigencia estaba puesta al límite y Joe Bataan abre las puertas al aluvión musical que resquebrajaría los esquemas de la música tradicional caribeña.
De 1967 a 1972 desarrolló ocho producciones con este antológico sello discográfico. A lo largo de este período Bataan entregó un universo singular de sonidos e incursiones por múltiples géneros y transformó su organología a medida que evolucionaban sus intereses y propuestas. Durante esta etapa cabe resaltar los trombones como instrumento melódico, sobre ellos descarga la fuerza citadina, el barullo vehicular de la metrópoli y la impronta del sonido agresivo, sin contemplaciones, como corresponde a las bandas que dieron origen a la modernidad del género latino.
Con una organología simple y reducida, profundizando en la crudeza melódica y los arreglos para el par de trombones, incorporando elementos del jazz, golpeando su piano bajo la influencia del son montuno, su primera trilogía es referencia obligada para asomarse a las fusiones y propuestas que dieron origen y destaparían la olla llamada Salsa.
En 1967 debuta con el trabajo Gypsy Woman. Esta producción transpira soberbia juvenil y sonido experimental. Las raíces latinas se atomizaron con la intromisión del Soul y el Doo Wop africano. El producto Bataan entró blandiendo cuerpos, agitando cerebros y confrontando tradiciones. Pocas semanas bastaron para que la canción que titula el álbum se convirtiera en número uno en los conteos radiales.
Con su segundo trabajo titulado Subway Joe, de 1968, el público comprobó que su estética musical no era ni una coincidencia ni una ola de alegría, que sus paisajes sonoros se ensanchaban, que interpretaba los cha cha chás, guaguancós, descargas, jala jalas, boleros, con una especial rudeza por hacerlos más escandalosos y estridentes pal bailador, y melosamente armónicos en los temas amorosos.
Con la aparición del álbum Riot (Disturbio) en 1968, confirmaba sus principios estéticos e imponía con profundidad sus elementos de ruptura. La amalgama de sonidos y géneros escuchados en este trabajo es una declaración de principios por reconfigurar el mundo latino, por alejarse de la onda típica sin excluir su esencia, por sembrar las raíces que lo convertirían en el alquimista del Latin Soul.
Aquí viene su canción más representativa en este periodo, It´s a good feeling (El avión), con este tema el receptor ávido, curioso, estudioso, y melómano, podrá comprobar el crisol de sus paisajes sonoros.
Esta trilogía fue su carta de presentación, la marejada sonora y festiva que arrojó al asfalto y rompió con todo lo establecido hasta el momento. Además se consideran como las primeras grabaciones que incursionan en la fusión del R&B y las danzas afro-estadounidenses.
A partir de este inicio jubiloso, empieza su consolidación como el número uno del estilo Latin Soul, el líder de las fusiones de la música Soul con los ritmos latinos. Su nombre y excepcional estilo empezaría a ser la impronta de la Vanguardia. Estas piezas serán catalogadas con el tiempo como primigenias en el estilo Funk-Street Real.
Después de ocho trabajos, su propuesta se distanciaba con cada uno, del propósito musical de Fania y sus estrellas por la recuperación de la esencia caribeña. El cristal estaba roto, su proyecto sonoro no encajaba y las estéticas se resistían a convivir bajo el mismo sello. Desertar sería la brújula. Ahora el experimentado Joe Bataan se diluía de su molde inicial y empezaría a explayarse por otras atmósferas. Ahora el funk era el ingrediente esencial para proyectarse a otras latitudes sin abandonar El Barrio.
La Era Salsoul
La progresión es autonomía, como la revolución.
Corría el año de 1973, el robustecido Bataan se abre de los estudios Fania y se incorpora a Mericana Records, una pequeña productora con la que graba un único álbum: el mítico Salsoul. Este giro en su producción dio al creador más libertad y se hundió en la progresión musical. Este álbum merece especial atención no sólo por que anticipa la renovada etapa de Bataan, sino porque llevaría su tendencia latina a paisajes más lejanos recibiendo las influencias del funk y entregando orquestaciones arriesgadas, eficaces, frescas y cargadas de sentimiento, como debe ser en los espectros del Soul.
En este LP el maestro conceptualizó los rasgos musicales elaborados hasta los setentas, un sonido engendrado desde la estética popular, lo que consumía la masa, pero la apuesta de Bataan siempre fue más inteligente y audaz. Se trata de una pieza de culto por su valor armónico y variado, desde sesiones de percusión afrocubana hasta patrones de influencia brasilera, y que fue considerado un trabajo anticipado para su tiempo.
La resolución de su apuesta personal en esta nueva etapa es contundente, él la dejaría impresa en el cover de su LP Salsoul.
La palabra Revolución puede significar una lucha interna para mí. Ser independiente y tener libertad para pensar. Lograr por uno mismo los objetivos trazados y a la vez sobrevivir puede ser difícil. Conocer el propio destino puede destrozarnos los nervios y a la vez ser un misterio. ¡Sin embargo sentirse vivo es maravilloso!… Esto es lo que trataré de alcanzar y conservar: Mi determinación en esforzarme en la vida a pesar de todos los obstáculos, ya que creo que nadie debe permanecer atado por el ambiente que lo rodea. Salsoul es el álbum en el cual he querido captar el espíritu de la música latina y del soul combinados. Albergo la esperanza de que el encanto que encuentro en él, produzca en el público el mismo efecto que surtió en mí al producirlo.
A partir de entonces la figura de Joe Bataan empezó a debatirse como la de un artista altamente discutido por puristas pero de una gran conciencia cultural. Su relación con el futuro de la música y el reciclaje de sonidos provocaba tales juicios, la paradoja se instalaba con propiedad, y él la asumiría con mucha más independencia.
En 1974 decide armar su propio sello musical al que nombra Salsoul, título que resume los intereses centrales de su obra y con el que produce tres álbumes. En esta etapa de autogestión se entrega sin freno a la experimentación alimentado por la onda tecno, el desarrollo tecnológico y elabora LP´ s indispensables para visionar el imaginario musical de la década de los setentas.
El naciente género del disco lo integran a la escena desde otra dimensión, la trilogía que arma bajo su propio sello atrapa esta onda y él propone un par de canciones que pasaran a la historia por su valor etnográfico: Mestizo, un himno integracionista, un funky discotequero de 16 minutos donde caben todas las vecindades de su calle y Rap o clap o, al que se considera un protorap. El maestro seguía devorando sonidos de los andenes y se integraba a la naciente ola break dance de finales de década e inicios de los ochenta.
Aislamiento y retorno
Convertido en leyenda urbana, acariciando el esquivo estrellato provocado por su onda disco, M.r New York se toma un prolongado descanso, es tiempo de familia y de reposo. Durante esta retirada vuelve al lugar que empezó a fraguar su destino musical y trabaja como docente en el centro de reclusión juvenil donde estuvo confinado. A finales de 1990 su vida se vio vulnerada por quebrantos de salud. Su nombre y universo musical parecían haberse detenido, hasta que reapareció en 1995 con una presentación memorable en el concierto benéfico del Hostos Comunity College en el Bronx compartiendo escenario con Tito Puente, Eddie Palmieri y Dave Valentín.
Esta actuación estimula a Battan y recargado empieza un periplo de conciertos ocasionales, actuaciones que más bien parecían homenajes a su legendaria creatividad. De nuevo el contacto con el público, el viejo oso trayendo a la memoria del receptor su propia fonoteca. Es entonces cuando emerge el proyecto de volver a los estudios de grabación, componer, arreglar, orquestar, cantar, tocar piano, ecualizar la consola.
En 2005 acepta la propuesta del sello español Vampisoul y aflora lo que sería su último ciclo de producción discográfica, su inmersión en el deep funk. Esta reanudada etapa lo devuelve a los escenarios, a giras extendidas por Europa y el Oriente, a conciertos en su amada New York. La figura y grandeza del Afrofilipino resistido e innovador sigue vigente hasta nuestros días. Su legado, vida y obra es la médula de un género que evolucionó con el espíritu latino y que es recurrente en la arqueología del sonido newyorkino. Porque además de Salsa, la sensibilidad, audacia e importancia de su estilo, es que se proyectó a otras vertientes para acumularlas en un sonido propio… el sonido del creador… ¡Música de Bataan!
Bataan y el Latin Soul
Antes que ser un género, el Latin Soul es un sonido desarrollado a partir del sincretismo de culturas. Emerge como propuesta integradora y su estética sonora es indefinible debido a la cantidad de fuentes de las que bebe para mezclarse y entregar un paisaje sonoro donde las raíces afrolatinoamericocaribeñas se funden con géneros musicales de la cultura pop estadounidense.
Por ello su interpretación es bilingüe y su base rítmica evoca escenarios de palmeras, arena y sol. Su influencia ha inundado todos los géneros, inmerso en el rock desarrolló el concepto de rock chicano, perspectiva musical abordada en la obra de Carlos Santana, Black Sugar, Changó y la Banda Malo. Sus orígenes se remontan a la tercera generación de músicos latinos en New York, de esta oleada surgen la pachanga, el mambo, posteriormente brotan el shing a ling, el boogaloo y el jala jala, ingredientes esenciales para armar la Salsa.
La aparición de Joe Battan significó para la naciente ola del boogaloo deslizarse por ritmos poco explorados. Los ritmos, propuestas y artistas latinos habían eclosionado en la Gran Manzana y él fue partícipe junto a figuras memorables como Eddie Palmieri, Joe Cuba, TNT Band y Johnnie Colón de renovar los formatos y proponer desde organologías hasta armonías transformadas.
Su nombre no está precisamente asociado a la creación del fenómeno universal llamado Salsa, es preciso indagarlo en otras fuentes, en aquellas que no tienen una clasificación cultural hermética, donde conviven los precursores del sonido del Latin Soul, canon compartido por otros cultores como Harvey Averne, Ralfi Pagan, Pete Rodríguez, Ray Pérez, Héctor Rivera y Willie Bobo.
Desde los primigenios tiempos del boogaloo hasta nuestros días, la creatividad de Joe Bataan ha incursionado en un vaivén de géneros y sonidos imprimiéndole el espíritu latino. Ese es el sello de autoría, la marca indeleble, la huella de su calle. Por eso no aparece dentro de la historia de un género, él mismo es la acumulación de géneros, un activista de la versatilidad de la armonía latina.
Ahora que la ola cibernética y la web 2.0 nos permiten acceder a los anaqueles de la música con su infalible y socialista proyecto Youtube, cae bien sugerirle a la comunidad lectora que se aventure a empaparse de la marejada Bataan, la del sonido transgresor, la que marcó el destino y proyección del latino en New York.
La leyenda continúa…. Y rey hay sólo uno… ¡Joe Bataan, King of Latin Soul!
Coda
Joe Bataan, precursor de géneros urbanos y creador de hits, el sello de su obra ha marcado cada una de las décadas desde mediados de los sesenta, confirmándolo como uno de los íconos vivientes de la cultura latina en New York. El último día de julio de 2015 la leyenda empezó su periplo por el Sur de América, en Bogotá, los nuevos meridianos de su groovin advierten la presencia del sonido inoxidable, y en octubre es invitado a actuar en Cali como una de sus figuras centrales en el X Festival Mundial de Salsa; también participó en el lanzamiento del VII Festival Internacional de Cine de Cali durante la presentación del documental We like it like that, donde se reconoce su obra como uno de los precusores de la salsa en New York.
La historia de un artista como Joe Bataan, que creció dentro una pandilla pero se convierte en un cantor de su época, nos lleva indudablemente a una reflexión sobre competencias ciudadanas.
La forma reportaje también puede ser aprovechada, usando los eventos de la ciudad en que nos encontremos para hacer el trabajo de campo y sacar a relucir las dotes de fotógrafo que hemos desarrollado para selfies y registro de acontecimientos familiares.
Conocer la vida de un artista nos inspira a pensar nuestra vida y proyectarla, a narrarla y a desarrollar o renovar nuestra relación con el futuro.
La música aquí sugerida puede servir para estudiar el sincretismo cultural y lingüístico, y ello, por supuesto, nos ayuda a entender la época en que vivió nuestro artista, Joe Bataan.