– No muerdas la mano que te da de comer -dijo el patriarca.
-Es que yo no soy un perro, papi -contestó el barrendero.
La especulaciòn es marketing. Marketing es ideología, legitima ciertos valores, los que inculcaban los misioneros del siglo XVI a los indígenas; los mismos a los que acudían los conquistadores cuando eran emboscados por columnas nativas en las noches de la selva; mismos que árboles genealógicos enteros se enorgullecen de practicar para asemejarse a las familias de más rancio abolengo de la crema y nata de la suciedad, también llamados ricachos, plutócratas, millonarios, capos, patrones, patricios, amos, entre otros divertidos motetes. Dichos valores son un estilo de vida que solo podemos conocer por medio del cine (antes la literatura), un estilo de vida lleno de los más refinados placeres. Nosotros trabajamos sólo para poder experimentar en algo esos bienestares. Y nos gusta, trabajamos voluntariamente porque nos gusta ese reino de los cielos, pero ya no queremos ir sin antes observar que nuestros tributos garanticen techo, comida, agua, salud, educación, cultura, deporte, comunidad y justicia, al menos una justicia incorruptible, para todes, todas y todos. Solamente entonces, no antes, compraremos su estilo de vida. Eso dijo el barrendero, ¡esta es una crisis! También nos lo revela Joaquín Sabina, Crisis, del año 2009.
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