Justo de Gaula es ante todo un lector del mundo, un buscador de caminos y de historias asombrosas; es también un librero que busca liberar los libros para que otros lectores se encuentren a través de las palabras.
Por Cony Quiroz*
Hace varios años lo conocí en la Estrategia de Promotores de Lectura de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas donde coincidimos por trabajo, libros, viajes, ideas y algunas utopías… Desde entonces fuimos construyendo una amistad llena de palabras, nos veíamos en diferentes ciudades en las que coincidíamos por reuniones, rutas, amigos en común, ferias del libro y otras convergencias. En el 2023 nos encontramos en La Paz, Bolivia, ninguno de los dos sabía que íbamos para el mismo evento: a la cátedra libre impartida por el Colectivo Ch’ixi junto a la socióloga anarquista Silvia Rivera Cusicanqui. En ese momento me di cuenta de su gran pasión por la bicicleta, era de madrugada, nos encontramos en el Aeropuerto del Alto en la Paz, y ¡oh, sorpresa!… cuando lo veo con una caja enorme de donde sacó su bicicleta desarmada, y en menos de 30 minutos la organizó para desplazarse hacia su hospedaje en Sopocachi; sobre ella, tremenda aventura y tremendo personaje.
En la estadía en La Paz siempre andaba en su bicicleta y con una cámara fotográfica Nikon para registrar el paisaje.
Justo de Gaula es un acuariano de tez trigueña y mediana estatura, a veces suele andar con un sombrero de mago, y otras, casi siempre anda sobre ruedas, no en vano se apellida Rueda. Todas las veces que hablábamos por teléfono para esta entrevista, estaba sobre Alicia en el incansable oficio de llevar y traer libros.
Hace un año estaba desempacando mi maleta y me encontré rodeada de cajas de libros y con algunos viajes por delante, así que al no saber qué hacer con ellos cuando estuviera fuera de casa, decidí llamar a Justo para que me ayudara con ideas. En ese momento me contó de su iniciativa de tener una librería de libros leídos, y pensé que sería el lugar idóneo para enviar con confianza mis libros y que estos a su vez lograran llegar a otros lectores, a otras miradas y por supuesto otros lugares; así fue como empezó esta aventura de la que hablaremos con Justo de Gaula.
Cony Quiroz: ¿Quién es Justo de Gaula? ¿Cómo te defines?
Justo de Gaula: Es un caminante, un lector, alguien que anda por aquí y por allá buscando. Dejé de buscar la verdad para buscar otro tipo de cosas… que no son tan ciertas por caminos inciertos, como diría Facundo Cabral.
C.Q: ¿De dónde surgió la idea de crear una librería para traficar con libros usados?
JdG: Tiene dos motivaciones, una real y otra irreal. Vivir de contratos es muy difícil, entonces a la espera del siguiente contrato, como en la carta de El coronel no tiene quien le escriba, uno se pone a pensar de qué manera generar el sustento. Así surge la idea de a qué me podía dedicar de manera comercial con lo que sé hacer. Entonces por ahí aparece la estrategia. ¿Por qué libros usados?… y ahí viene la segunda motivación, pues desde que uno empieza a meterse en el cuento de los libros, libros de la familia, de amigos, fotocopias compradas en la universidad, uno encuentra los libros de la librería de viejo y se enamora de esos sitios. Entonces el libro cumple la función de que me acompaña, pero también tiene su propia personalidad y debe buscar y salir a encontrar otro lector. Mirando los libros que están en mi casa y que no cabían, dije: por qué no les damos una oportunidad de liberarlos para que se vayan a otras manos y otros ojos… y así es como empieza el proyecto de montar una librería. Primero la idea era que fuera virtual para que no interfiriera con el resto de ocupaciones de la vida, pero un día del año pasado, en mayo de 2023, decidí que podía llegar a ser un punto físico; y así aparece una librería con libros usados, o libros leídos, como me gusta llamarle. Porque esos libros tienen mucha historia, tienen algo para contar, también son libros que viajan, libros viajeros; y tienen más fuerza, tienen espíritu, un espíritu que trasciende gracias a las manos que los han tenido, a los ojos que los han leído. Ahí se van guardando y se vuelven más poderosos junto con los libros nuevos, circulan por aquí y por allá, en un sector de la ciudad que es complejo porque no tiene mucha tradición de librerías, que es el sur de Bogotá.
Mural realizado por la artista colombiana Erre@erre.erre en la Casa Biblotráfico del barrio Restrepo.
C.Q: ¿Por qué el nombre?
JdG: La librería en este momento se llama Biblotráfico, el nombre hace referencia a dos sentidos. Primero, sabemos que Bogotá es una ciudad de tráfico, de tensiones, hostil, ciudad de la furia, ciudad gris, entonces significa pensarse una ciudad donde hay tráfico, pero no de autos, si no de libros, de eso se trata porque está en movimiento; y también porque la palabra tráfico tiene una connotación hacia el tema de tráfico de estupefacientes, narcotráfico, hay una tradición colombiana de esa palabra en torno a ello, por eso es el ejercicio de cambiarla a una idea propositiva.
Entonces llegar a pensar que tal vez el único tráfico que existiera en Colombia fuera de libros… vamos a traficar libros, así como quien trafica sueños, palabras, poemas; pensar en otra connotación para andar aquí y allá, y como búsqueda porque hay unos libros difíciles de encontrar, difíciles ediciones, pues se mueven en el bajo mundo como en las librerías de viejo, las librerías antiguas, entonces meterse en esa onda de buscar lo que estén pidiendo los buenos lectores. Chévere meterse a buscar, a escudriñar, a inspeccionar, y entre más difícil de encontrar, que sea más bacano.
C.Q: ¿Cuáles son los alcances o proyección que tiene la librería?
JdG: La idea es que a futuro sea un espacio cultural, café librería, un espacio para charlas, conferencias, cine, coworking. Hay varios espacios bonitos en Bogotá, casi todos están ubicados en el centro norte, pero en el sur no hay espacios que vinculen librería, entonces la idea es pensarse en un espacio así de bonito al sur, incluso con un jardín para meditar, sería bonito.
C.Q: ¿Dónde está ubicada?
JdG: Está ubicada en el barrio Restrepo; barrio popular, barrio obrero, barrio de tradición de zapaterías y peletería.
C.Q: ¿Qué contenido tiene? Háblanos de las rarezas…
JdG: Hay tres líneas, todo lo que tiene que ver con ciencias sociales por mi formación: sociología, antropología, filosofía, ciencias políticas, filosofía decolonial, pensamiento afro, estudios culturales. Todo lo que es literatura: literatura del mundo, literatura latinoamericana, literatura colombiana, toda una versión de la literatura que siempre circula y nunca pasa de moda. Y también un espacio para libros ilustrados de calidad, libros nuevos, antiguos, de pasta dura, comic; todo lo que sea ilustrado también es bienvenido en la librería.
C.Q: ¿De dónde salen los libros?
JdG: De muchos partes. De mi familia, de amigos, también encuentros que voy haciendo aquí y allá; tal vez quienes compran más libros no son los clientes, sino los mismos libreros, es como un vicio que uno no puede dejar…
C.Q: ¿Cómo es un día normal de la librería? ¿Cómo es su funcionamiento?
JdG: Un día normal empieza con tres cosas sencillas; limpiando los libros, un librero sabe lo que es la lija, la silicona, la cinta mágica, es también un placer, como si fuera una clínica de libros. Un librero siempre tiene un arrume de libros pendientes para organizar, para limpiar, para arreglar; los libros van llegando de donaciones, descartes, rescates. Entonces probablemente si hay alguien que necesita un libro se lleva a domicilio; cojo la bicicleta y voy al punto de la ciudad, bien sea a comprar el libro o bien sea a llevarlo, porque lo han comprado o porque alguien me llamó a decirme que tiene unos libros que va a sacar. Entonces uno hace lo que se llama el rescate de libros, voy a la casa y los saco de allí para que no los vayan a botar y los empiezo a organizar.
Algunos de esos libros pueden ir a una biblioteca, hay un par de bibliotecas comunitarias con las que está vinculada la librería, se llevan para que cumplan otra función, no simplemente en la parte económica, sino que se puedan ofrecer para que otras personas tengan acceso, son bibliotecas comunitarias en el sur. También un librero es un rebuscador. Cuando me hacen un encargo voy preguntando donde otros libreros, busco, y si encuentro, entonces aviso y los compro y los llevo. Afortunadamente cuento con el apoyo de mi hermano, que está al frente en el local. Es un local que comparte funciones como papelería, entonces él puede estar en el espacio atendiendo a las personas que lleguen, mientras de forma virtual estoy respondiendo mensajes de Facebook, WhatsApp, de las redes sociales de la librería. Eso es un día normal.
C.Q: ¿Quiénes son los compradores?
JdG: Hay de todo, me he llevado sorpresas porque han preguntado por libros rarísimos, difíciles de encontrar. Hay personas que están leyendo cosas chéveres, tanto técnicas como literatura de la buena; entonces he formado muy buenos amigos y amigas que se han acercado por la librería, seguimos conversando, conectados a través de las redes y me hacen sus encargos. Cuando yo encuentro un libro de los que me han preguntado, eso es una felicidad compartida; mía porque lo encontré, y la persona porque tiene un nuevo libro para su biblioteca.
C.Q: ¿Tiene alguna especialidad en géneros literarios y/o tipos de libros?
JdG: Lo que es literatura, libros ilustrados y ciencias sociales, pero en algún momento sí quisiéramos tener algún par de enfoques interesantes, sobre todo con lo que es literatura decolonial y pensamiento latinoamericano. Creo que hace mucha falta un espacio así al sur, que sea un puente, una apertura a personas que vengan del sur del continente y los podamos tener en la librería haciendo conferencias, talleres, compartiendo sus saberes. Inclusive puedan llegar a trabajar acá mientras siguen su camino, un espacio viajero, como una puerta del sur y por ello tenemos que hablar de la filosofía de los sures. Creo que puede llegar a ser algo interesante no sólo para adultos, sino también para niños, hablar de filosofía para niños; entonces vamos a ver qué caminos se va abriendo la librería.
Taller de creación de fanzine realizado por Violeta Yani @violeta.yani en Preto Café.
C.Q: Dentro del gremio de librerías independientes, ¿cómo clasifica a su librería?
JdG: Creo que la librería tiene sus dinámicas, hay que dejarla ser, que se adapte al entorno en el que está inmersa, que los lectores también demanden y así mismo se vaya transformando y ella misma decida qué identidad va a tener. Además, no hay afán de vender, aquí no estamos vendiendo masivamente con promociones, nos interesa más bien conectar con las personas, muy a la inversa de lo que está pasando con las ventas virtuales que sólo buscan comprar y tener clientes. Aquí lo que importa es tener lectores, un espacio donde puedan conocerse otras personas y que lleven el libro que están buscando, y si no está se consigue, que puedan ampliar sus bibliotecas porque esa es la gran riqueza que queda. Un librero me dijo que una librería es como tener una cosecha, como un campesino de las palabras. En palabras de Alfredo Mires (antropólogo, educador y librero peruano), en la medida que se van guardando los libros, están para el momento en que llegue el lector, pues el libro encuentra a su lector, está esperándolo. Hay que dejar que el tiempo vaya haciendo crecer a los libros como si fueran pequeñas plantas. De esa forma se van formando los lectores, es una cuestión de dejar el afán. Es una especie de librería tortuga, una librería que va lenta, va tranquila, andando, sin problema… ¿y en qué categoría pondría a esta librería?, yo creo que la pondría en lo que llamaríamos una librería asociativa con libros de segunda mano, o librería asociativa con libros ya leídos, porque aquí han llegado muchos libros de amigos y amigas de todos los territorios de Colombia, libros que han llegado para quedarse y encontrar a otro lector. Entonces aquí recibimos libros de algún amigo que quiera venderlos, se busca la plataforma de la librería para que de ahí puedan encontrarse con otras personas; más de 10 personas hacen parte de esta librería, entonces no hay un único dueño, es algo que busca hacer compitas, busca de verdad que el libro siga movilizando los espíritus. La librería es algo que va contra la corriente, es una falla en el sistema, es también una forma de resistencia frente a todo lo que propone el sistema capitalista actual. Porque la idea es darle valor a algo que suele perder valor, es rescatarlos y volverles a dar vida, de eso se trata este cuento en el que estoy contento e involucrado de cabeza; pareciera que no estoy trabajando, pero sí.
Presentación de clown del Grupo de Teatro Lepanto con el apoyo de Daniel Rueda, bibliotecario en la PPP del parque en el barrio La Fragua.
C.Q: ¿Alguna idea que quieras agregar sobre la librería, para quienes quieran ir a comprar un libro?
JdG: La librería es un ente en construcción, es un espacio pequeño, la idea es que siga creciendo; es una entrada a algo más significativo, a la conversación, a los espacios culturales que por ahora estamos dinamizando en los parques que están cercanos al barrio. También hay un café de unos buenos amigos que se llama Preto Café, donde hemos hecho algunas actividades y proyectamos este año hacer un café literario. Todo esto ha hecho que se forme una especie de comunidad lectora vinculada a la Biblioteca Pública del Restrepo, Biblioteca Pública de Bibliored, tratando de buscar un mismo fin: formar lectores, pensar en el acceso al libro, libros de calidad y cultivar el círculo donde la palabra fluya por aquí y por allá.
Aquí van dos anécdotas tiernas que dan cuenta de eso que buscamos… Llegaron unos libros que compré, un pequeño lote a una persona cerca del barrio. Al día siguiente llegaron buscando un libro específico de plantas escrito por una monja, un libro raro. Yo le dije que se lo ayudaba a conseguir, y en la noche mientras estaba limpiando los libros de ese pequeño lote, encontré el libro que la señora estaba buscando. Entonces le dije que había llegado su libro y se lo entregué, ¡qué maravilla!, mira qué curioso, yo ni siquiera conocía el libro.
Y otra anécdota curiosa tiene que ver con la idea del trueque, porque en la librería también hacemos trueque. Un día estaba atendiendo y llegó un señor que cuida carros a ver un libro de Mario Mendoza, La melancolía de los feos, dijo que hace rato quería leerlo. El libro costaba $10.000 pero sólo tenía $2000, así ocurrió durante los días siguientes hasta que completó los $10.000. A la semana siguiente volvió por La historia interminable de Michael Ende, pero como no tenía plata trajo un libro para cambiar, El retorno de los brujos de Jacques Bergier, estaba un poquito maltratado, él dijo que se lo aceptara, así que lo cambiamos y lo subí para limpiarlo. En la tarde de ese mismo día entró un señor preguntando por un libro, ¿adivina cuál?, El retorno de los brujos, que era muy difícil de conseguir. El señor sorprendido se lo llevó, no le importó que estuviera restaurado, dijo que lo quería tener. Así que creo que la librería va teniendo esas dinámicas, de qué hay y qué no hay. Van llegando cosas, tienen sus secretos, el tema de escuchar a los libros cuando quieren irse. Cuando encuentro algo en la calle que quiero tener en la librería, lo compro porque me gusta, me gusta que la librería cada vez se llene de mejores libros, de autores difíciles de encontrar para que encuentren a su lector favorito.
Una sesión del Café Literario, Un Café Pendiente, organizado por Violeta Yani y Justo de Gaula en Preto Café @pretocafecol
Entradas recientes
Familia y amigos en la comparsa de inauguración de la Biblotráfico, organizada por Baketá Percusión @baketa_percusion
Otras formas de leer y de darle sentido al mundo según el universo que nos presenta Justo de Gaula con la idea de traficar: queremos seguir traficando sueños mediados por los libros, libros propios, libros de amigos, libros leídos, libros raros, libros en otras lenguas, y finalmente libros que vayamos encontrando en los diferentes caminos por donde el viaje nos lleve. Porque afortunadamente en cualquier país del continente americano, existirá una librería de viejo que busca nuevos lectores y librotraficantes. Dejo abierta la puerta para los lectores de esta entrevista, por si están buscando un libro o quieren liberar a otros cuantos, sólo escriban por las redes de la librería y listo el tráfico.
* Licenciada en Español y Literatura y Magister en Estudios de la Cultura y Literatura Hispanoamericana de la Universidad Andina de Ecuador. Ha sido docente y promotora de lectura en diferentes regiones de Colombia con el Ministerio de Cultura, Ministerio de Educación y la Biblioteca Nacional de Colombia. Es viajera, actualmente recorre Estados Unidos e imparte clases online de español a extranjeros.
Con Justo uno aprende de la vida, de los caminos que comparte con uno en sus innumerables anécdotas y especialmente por ese buena vibra que transmite también cuando promueve la lectura que es como la vida en bicicleta, o recorriendo el mundo y coleccionando imágenes. ¡Gran amigo el Justo! y un encanto conectar con él, incluso para comer empanadas del machetico en Envigado.
Me encanta todo esto del ser librero que promueve lecturas y tanta vida en su andar.
Saludos!
La aventura de Justo de Gaula es muy emocionante, dan ganas de seguir construyendo comunidad. Gracias por la entrevista, me fascinó.
Tus viajes y mil historias por contar. Siempre con voz…
Cony siempre encontrando grandes historias en el camino, gracias
Que bien Maury, gracias por leerla, que las historias siempre sean un motivo para encontrarnos… Abrazo
Amé esta entrevista 🙏🏽✨😗
Linda Gaviot, que los libros y las palabras nos permitan llegar a otros rincones… Abrazos