Fomentar una cultura de lo natural es una forma de cuidado y preservación de la medicina ancestral a través de las plantas. Una acción pequeña pero significativa es atender nuestras dolencias cotidianas con este insumo y replicar ese conocimiento en nuestro entorno familiar y educativo. Las plantas estuvieron primero.
Siempre nos hemos preguntado cómo habrá sido que los humanos nos dimos cuenta qué podíamos comer y qué no. No podía ser por prueba y error porque una planta venenosa no da chance de repetir el experimento; todo el conocimiento acumulado por la sabedora o el sabedor se perdería para siempre sin un continuador que partiera desde el punto en que pereció su predecesor. Pero en realidad la mayor fuente de conocimiento herbolaria es la contemplación de la vida animal.
Javier Francisco Matiz, asistente de José Celestino Mutis, estando en Mariquita, Tolima, escribió una carta en 1788 el relato de cómo Pío descubrió que las hojas del bejuco guaco eran efectivas contra la picadura de serpiente.
Según cuenta el asistente de Mutis, vio a Pío con una serpiente viva entre sus manos y le preguntó si usaba curare. Pío respondió que sí, y sacando de los bolsillos una hoja, añadió que también solía usar necha y fruta de burro, pero que lo mejor era el guaco frotado en la herida o bebido en infusión.
Que lo había descubierto un día que estaba desyerbando una yucas en la hacienda de su amo (era esclavo de don José Armero) y escuchó unos aletazos, provenían de un águila que estaba luchando con una serpiente y fue mordida, el águila levantó vuelo y se fue. Pío la siguió hasta que el ave se sentó a la ceja del bosque y comió de las hojas del bejuco guaco, llamado así porque el águila hace guacó, guacó para cazar a las serpientes.
El mundo atraviesa un período de alto riesgo, las constantes epidemias han desatado una sensación de fragilidad en el ser. El paradigma del cuidado se instala cada vez con más conciencia, comer sano y consumir menos alimentos industrializados es una tendencia para reducir sus efectos nocivos en la digestión.
De igual forma podría pensarse el cuidado médico. El continente americano alberga una tradición ancestral, milenaria y campesina. En la huertas de estas comunidades se ha sembrado por generaciones no solo el alimento sino la medicina. La postmodernidad y su señal más auténtica, el consumismo, ha abierto una brecha entre ese pensamiento y la química farmacéutica, y aunque estos dos universos científicos se complementan desde la técnica homeopática, el imaginario popular es impactado desde la publicidad para aliviar molestias y dolores cotidianos como gripa, cólico menstrual, indigestión estomacal, golpes ocasionales e inflamaciones con productos industriales que irán deteriorando el cuerpo en sucesos imperceptibles para nuestra cotidianidad.
La lógica es la relación que se tiene con el futuro, ser conscientes de este fundamento implica volver a trenzar esa brecha rota entre los antiguos saberes y nuestras prioridades para sanar y prevenir. Es allí donde la reserva cósmica de las plantas adquiere una dimensión significativa porque su ciencia y conocimiento ha llegado a través de la oralidad hasta nuestros días. En las plazas de mercado de América, desde México a la Argentina, hay un lugar que satisface esas necesidades. Es el mundo del yerbataje, de la sabedora y sabedor que guarda secretos sobre el poder de las plantas; pero también en tiendas y almacenes de cadena es posible hallar estos tesoros medicinales que alivian enfermedades, incluyendo el té.
Se hace necesario crear una cultura del cuidado desde el reconocimiento y valoración del universo natural y su utilización para remediar afectaciones y eventos sobre la salud que se manifiestan en la cotidianidad de nuestro mundo industrializado, caótico y vulnerable. Incentivar en los más pequeños esta solución en sus vidas es un paso con el que se avanza en la reconstrucción de la memoria ancestral desde lo vegetal, y en la prevención de efectos colaterales que un consumo automatizado de fármacos puede conllevar.
Exponemos esta información popular, ancestral y cósmica para remediar con sabiduría natural.
En infusión o té
Cólicos menstruales: Caléndula – Jengibre – Anís estrellado – Canela – Hierbabuena – Manzanilla – Perejil – Orégano –
Gripa: Ajo – Eucalipto – Regaliz – Tomillo – Salvia – Flor de saúco – Limoncillo – Jengibre
Indigestión estomacal: Caléndula – Manzanilla – Tomillo – Boldo – Anís – Jengibre – Hinojo – Comino
En aplicación
Contusión e inflamación: Árnica – Consuelda –
Volver a nuestros ancestros es lo q tenemos q hacer, excelente informe!!!
Gracias a usted, señora lectora por leer y creer en este pensamiento…. Saludos.
Excelente aporte, gracias por compartirlo.
Gracias a usted, señor lector, por considerarlo… Saludos.