El lugar del llamado
Cada agosto se conmemora al evento que abrió las puertas de forma simbólica a las libertades morales y los derechos civiles en Occidente. Woodstock. Un efecto globalizado.
Por Carolina Ángel Idrobo
Madrid
Especial para Tercera Órbita
La música y la historia se funden en una sola,
no se puede contar la historia sin la música
porque la música lo cantó antes de que la historia lo contara.
Diana Uribe
Corría la década del 50. Estados Unidos atravesaba su mejor momento político y social. La primera sociedad avanzada de la posguerra, beneficiada directa de la II Guerra Mundial. Las necesidades de sus habitantes cubiertas. El sueño americano consumiendo los corazones de los ciudadanos, los deseos se realizan. La democracia gringa. La tierra de la libertad. Espejismos materializados en supermercados. Cómprelo y sea feliz… Al parecer no tan feliz.
El país se fracturaba desde adentro y las carencias sociales y afectivas deterioraban la estabilidad. Los jóvenes que crecieron con el modelo estadounidense en su cabeza, necesidades cumplidas y deseos realizados, encontraron realidades distintas a las del sueño. El país de la democracia no era democrático con sus ciudadanos. El ejemplo más patético: los negros. Acogidos por la música, hermanos perdidos que dieron vida al suave lamento de los desgarradores blues, conexión con sus antepasados, consuelo de sus almas, crónicas de su historia… Cien años después de haber abolido la esclavitud el país gringo todavía gustaba de practicar el hábito de la segregación, la diferenciación: colegios de negros, bebederos de negros, asientos de autobús para negros.
Carnicería de ciudadanos negros que fue contrarrestada con una revolución pacifista. La revolución de la no-violencia que pretendía derrotar al enemigo evidenciando sus crímenes. Participaron los negros liderados por Martín Luther King, los estudiantes contra el autoritarismo académico, las feministas y los homosexuales por la igualdad de género y sexo. Una generación preparada por y para el modelo de vida estadounidense lo rechazaba, cuestionaba el sistema que mataba millares de personas en Vietnam mientras proclamaba libertad, que condenaba por el color de piel a un ciudadano mientras declaraba igualdad. La generación del baby boom se unió filosóficamente contra la máxima expresión de miseria humana: La guerra.
High Ausbury. San Francisco. Punto de inflexión de los movimientos civiles y políticos del país. Centro de experimentación del mundo y la metafísica, de realidades subjetivas. Escape del flagelo consumista, del comercio y la publicidad. Primer acto contra-cultural estadounidense. Génesis de una utopía. Revolución cultural que cambió los ejes simbólicos de la sociedad moderna. La búsqueda de otros conocimientos, de lo sacro en otras culturas y civilizaciones, de un contacto primitivo y esencial con el mundo, se revierte en la desacralización del racionalismo occidental y la invención del LSD. Exploración y sensación: la intensidad de los sonidos ácidos, de los ritmos nacientes en las calles de San Francisco, del género que unió a los jóvenes: El Rock. El ritmo que transgrede la moral, que cuenta una revolución contracultural. Janis Joplín and The Big Brother & The Holding Company, Jeffersons Air Plane y Gratefull Dead tocando en las calles para animar la rebeldía…
El gobierno prohibió los ácidos. Las comunidades de High Ausbury fueron desalojadas. La contracultura generó nuevas prácticas sociales para facilitar la supervivencia de los jóvenes y la revolución. Las comunidades se trasladan a los bosques aledaños, un estilo de vida transgresor: la tolerancia. Familias alternativas y elegidas. Comunas hippies que reunieron a empresarios musicales, diseñadores textiles, artistas, estudiantes y músicos, que cohabitaban junto a Allen Ginsberg, William Bourrougs y Jack Kerouac con sus poli ritmos discursivos, mientras publicaciones independientes e investigadores periodísticos centraban la información que venía desde Vietnam. Redes de escape. El escape de la guerra. Desertores rumbo a Canadá de comuna en comuna. La revolución de la no-violencia.
Entre el 15 y 18 de agosto del 69 se materializó la utopía originada en High Ausbury. Instantes inmortales de liberación mental, cultural y social. Liberación de los sentidos y trasgresión de la norma. Sueños y realidades en contacto directo. Decostrucción de estereotipos. Realidades universales en una misma geografía: La Música.
El mayor episodio cultural de la sociedad estadounidense en el siglo XX. Como lo cuenta y canta Bob Marley, Conozco un lugar donde cabemos todos… Hombres y mujeres, negros y blancos. Una nueva generación. Trescientos cincuenta mil personas practicando la tolerancia y el amor. Ni un sólo acto de agresión. El que está al lado suyo es su hermano. El mensaje se entendió y difundió. El lugar y el momento adecuado. Las comunas creando una nueva sociedad, los pacifistas ganándole la batalla al sistema, los iconoclastas exhibiendo sus cuerpos: emancipación.
Las canciones lo cuentan. Jimi Hendrix lo expresa, lo transmite. El concierto que materializó los conceptos de la revolución moderna reunió a los principales exponentes del rock y la contracultura para contar y cantar la historia, prácticas sociales y filosofías de los 60`s…
Cincuenta y un años después seguimos experimentando y viviendo los cambios sociales y culturales originados en un concierto, en un instante; ahora que el mundo en crisis ha sido testigo de la brutalidad que segó la vida de George Floyd, qué bien nos caería en todos los meridianos de la tercera órbita contagiarnos de la fraternidad y solidaridad de Woodstock.
Compartimos con ustedes la canción homenaje que produce Crosby, Still, Nash and Young en 1970 y que recoge imágenes del majestuoso concierto que unió el idealismo de una generación y provocó mitos y leyendas en la historia de la música.
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