En Órbita

8 + 1: relatos de equinofilia e imaginación

8 + 1 es el reciente libro de cuentos del docente y escritor colombiano Álvaro Bautista Cabrera, publicado por Ediciones El Silencio, en 2022. Compuesto de nueve relatos, su tópico principal es el referente equino que atraviesa de principio a fin la obra.

Por Saúl Munévar

El trasfondo de esta sostiene una dicotomía a partir de la representación de lo monstruoso o lo tierno, de lo rural o lo urbano, de la ley baqueana aplicada antes que la ley estatal, usando siempre el arquetipo del jinete o el animal de montar. En el primer cuento, Un feroz caballo en la estación de buses, el equino es el reflejo de la angustia existencial de un urbanita ante el agobio de la ciudad y su precario sistema de transporte, convirtiéndolo en un sujeto ajeno a la urbe y en un actor ambiguo, protagonista y antagonista de sus propios delirios y acciones.

En Indostán se materializa el total rechazo a lo rural representado en un equino metamórfico, un jinete circunstancial lo cabalga en la ciudad, el primer cerco que los frena es la burocracia al prohibirle trámites al personaje por ir acompañado de su poni. El equino se asocia a la muerte como un psicopompo, cuando visitan los cementerios de la ciudad y practican el ritual de ofrendar a los muertos.

Tres muchachos sobre sus caballos en la noche sucede en un contexto rural, la pulsión de la venganza mueve a tres jinetes a atacar a un hacendado y sus peones, pero no lo hacen con armas sino con los golpes de los mismos caballos y a través del tormento de sus recuerdos criminales al momento de ser atacados.

En Amor animal los rasgos físicos de una mujer son erotizados al comparar su cuerpo con los de una yegua alazana y quien la cabalga es su esposo con el miembro encabritado y los bríos de un animal en celo.

El mensaje es un tributo al sacrificio del caballo como antesala a la escena de la película El Padrino, donde el personaje de Woltz despierta con una cabeza de caballo en su cama.

 

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En Mientras Jehová toma vino en la sala de mi casa hay un personaje ambiguo, tipo Jesús-Herodes con cascos en vez de pies, la cita en Mateo 19:14 “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis”, aquí adquiere un doble y sangriento sentido. Es un relato que podría admitir una lectura del género policial.

En El comensal aparece la equinofagia como un deseo eugenésico de mejorar la raza humana y alcanzar la perfección del centauro.

En Orson el relato transcurre entre lo urbano y lo rural. Orson, el personaje principal, es transportado en un asno hasta El Silencio en búsqueda de una misteriosa mujer que conoció en la ciudad. El lugar es un sitio sin ley ni dios. Orson es rescatado por un personaje femenino, muy parecido a la mujer que busca. 

Todo el relato lo ha llevado hasta allí sólo para comprender y cumplir su único propósito en la vida.

En El hombre, este parece pertenecer a El Silencio, del relato anterior, salvo por algo: ha perdido la memoria. Tiene tantas identidades que no las recuerda, sus amores del pasado lo ayudan en el camino hasta encontrar a su aparente amor actual. El caballo que lo lleva es el único que verdaderamente lo conoce.  

 La obra asume el reto de descolocar equinos y jinetes en lugares ajenos o atípicos que los hace no pertenecer a un sitio, por ejemplo la ciudad, el transporte público, un cementerio, el sueño o el campo en la actualidad. La interacción entre esta dupla con el lugar o no-lugar materializa varios elementos inherentes a la condición humana, como el amor, el erotismo, la muerte, la memoria, el miedo, la pesadilla, la vigilia, lo sagrado y lo profano. La obra explora y propone una nueva visión del jinete y su caballo referenciado en la literatura del viejo oeste americano o las novelas de caballería. En una época moderna, tecnificada en el transporte, olvidada de lo rural, estas letras nos recuerdan que las primeras calles fueron pensadas como trochas o caminos de herradura, que las grandes rutas comerciales sucedieron a lomo de equinos y las grandes guerras 

antes de la Revolución Industrial se libraron con caballerías o en tableros de ajedrez. En un extremo del movimiento rectilíneo y angular, el caballo representa todo el idealismo en la prosperidad y representación del campo con toda su imaginería y situación de abandono estatal; al doblar la esquina hacia el otro extremo, nos estrella una figura cabalgante que según una estadística, es más probable que un burro mate a una persona a que fallezca en un accidente aéreo. Lo único lamentable de 8+1 es que no haya incluido al ele-gante caballo capaz de moverse en un recuadro de 3×3 y emular al oblicuo alfil de Borges.

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