Jenny Valencia Alzate: si eres literata es porque sos profesora, escritora y editora

El pasado 31 de julio, la tripulación de Tercera Órbita fue invitada a moderar el conversatorio con la reciente ganadora del Premio Nacional de Escritura en la modalidad de cuento, la profesora Jenny Valencia Alzate, también conocida por algunos mortales como Malicia Enjundia.
Extraemos de aquella tertulia sus apreciaciones sobre el cuento, su método creativo y sus motivaciones espirituales y culturales. El evento fue realizado en Deborondo café- hostal, cuando apenas regresaba a Cali después de su premiación en Bogotá y se disponía a partir al día siguiente a recibir el Premio Brasil de los sueños en la modalidad de cuento, en Salvador de Bahía. Cuando la vida es cuento.
Tercera entrega (Preguntas del público)

Público 1: Con tu desarrollo académico y tu trabajo docente, ¿no crees que exista la posibilidad de que te vuelvas un poco escéptica con los mitos y las leyendas? 

J.V.A:  Yo apenas tengo una licenciatura de la Universidad del Valle, no tengo maestría ni doctorado. No me he vuelto escéptica con los mitos y las leyendas, cada vez les tengo más respeto a los seres sobrenaturales, cada vez los siento más presentes y cada vez siento que es un mundo tan vasto y tan universal, que nunca, hasta el día en que me muera, voy a terminar de entenderlo.  Es tanto que yo practico la santería, y eso es un camino tan indefinible, que a cada paso que doy sé que estoy supeditada a lo que esos seres sobrenaturales quieran que pase. Porque fue el camino que yo decidí trasegar, no por voluntad propia, totalmente, sino porque fue el llamado que me hizo la vida, el mundo y la naturaleza. Entonces no me siento escéptica, soy hasta miedosa de un montón de cosas. (Risas)

Público 2: Vos sos profesora, como educadora es muy complejo distanciarse de sus cercanías literarias. ¿Cómo te ha ido en el acto de educar a tus estudiantes en relación con lo que te complace literariamente?

J.V.A:  He sido completamente voluntariosa y he utilizado en mis programas de curso todas mis tendencias y recursos literarios en función de mis estudiantes. Entonces te explico, soy yo una mujer respetuosa y amante de la literatura afro, que en todo caso el rótulo literatura afro es discutible porque la literatura es literatura, pero entiendo que crearon ese rótulo para hablar de las obras escritas por escritores afros y también por las obras que representan los contextos afros. Entonces yo lo que he hecho es incluir en mis propuestas pedagógicas esas obras, para que ellos las lean, pero también con un objetivo muy puntual y es que yo he dado clases en múltiples contextos, he transitado las polaridades. Entonces he dado clases de figuras literarias a chicos raperos en el Distrito de Aguablanca, como clases de literatura a chicos estrato 56 en la ciudad de Cali. Pero entonces con chicos estrato 56 leímos intencionalmente obras de literatura afro para hablar sobre temas de los que ellos están muy alejados y poderlos traer a esa otra Colombia, a esos otros contextos que ellos no conocen, y eso me trajo consecuencias; hace 2 o 3 meses me dijeron en el colegio donde trabajaba que para ellos hablar de racismo y discriminación en el aula, al leer literatura afro, era un acto sarcástico. ¿Viste? Que seguramente era un acto político, entonces he sido voluntariosa. Antes duré cuatro años en ese colegio. Yo no sé ni cómo fue que hice, si finalmente fue un artificio de magia que hasta les saqué plata para traer raperos indígenas, para traer personalidades afros al colegio y que pudieran tener contacto con los chicos. Pero si yo no ensamblara mis pulsiones literarias, tanto como lectora como escritora, con la docencia, tendría un conflicto gigante porque a mi me toca literalmente hacer las dos cosas al mismo tiempo. No concebiría ser profesora sin escribir, porque sería una frustrada, haría sufrir a mis estudiantes, les pondría treinta tareas, les podría insuficiente a todos y también eso me pasa con los géneros literarios. Si yo les voy a dar a mis estudiantes un taller de cuento, pues qué hago, hago cuentos con ellos. Al mismo tiempo estoy produciendo y estoy siendo profesora, y eso me pasa con las crónicas también, entonces es una cuestión de ensamblar las dos cosas porque finalmente si tú eres literato es porque eres profesor, escritor y editor.

Público 3: ¿Cuál fue la reacción de tus estudiantes?

J.V.A: Fíjate que tuvo unas etapas. Lo que pasó fue que yo utilicé unos recursos del rap y teatrales para poderlos atraer, como son adolescentes la música los atrapa, entonces una vez atraídos era que les metía el tema lo afro. Al principio tenían múltiples reacciones, unos se enojaban, otros se indignaban, hasta los padres de familia; pero con el recurso de la lúdica y de la música se soltaban. Te voy a contar algo.  Muchos de esos estudiantes de estratos altos, resulta que tenían señoras en su casa, a las que llaman empleadas del servicio, muchas llevaban 15, 20 o 30 años, desde antes que nacieran trabajando para ellos. Son personas que tal vez ellos quieren porque conviven con ellas, pero no sabían que esa mujer negra, de origen caucano o indígena cargaba con una historia que ellos desconocían. Entonces yo me metía por ahí y surtía efecto. Esas reacciones tenían unas etapas y al final pasaron muchas cosas. Una estudiante me contó que en una cena familiar, la empleada, una mujer negra del Chocó, estaba sirviéndoles la cena y la abuela diciendo: “esos negros hps que están bloqueando las calles”. Y la niña, estudiante mía durante el paro, le dijo: abuela, estás siendo racista. Empezaron a haber pequeñas réplicas, yo no sé si eso va a llegar  o no a algo, pero yo ya hice el trabajo  que tenía qué hacer. 

Público 4: ¿Qué te hace sentir escribir, qué sentís cuando escribís, cómo lo describirías?

J.V.A:  Cuando yo voy al mar le tengo mucho respeto y me da miedo meterme muy lejos porque siento que el agua me va a tragar, pero cuando estoy en el terreno de la escritura, siento que surco un océano  que tiene un fondo insospechado y que me gusta meterme y volverme a salir. Cuando en ese colegio me dijeron que no me iban a contratar más, y cuando ví que tenía mucho tiempo libre, sentí algo que no sentía hace años y era que me sentaba a escribir y de pronto miraba el reloj y habían pasado 5 o 6 horas y no me había dado cuenta. Entonces yo me siento como surcando un océano que nunca voy a terminar de conocer. También siento mucho divertimento cuando escribo.  Cuando escribo historias de terror o historias tristes siento mucho divertimento porque tengo una relación estática con el lenguaje, que me parece que es inacabable y me divierte mucho, siento que es un océano de mucho divertimento; claro que a veces también siento asco, e incluso me siento hasta perversa cuando siento asco,  y luego de sentir asco me da risa del asco que va a sentir el lector. Esas cosas me pasan (Risas).

Público 5: Me llamó mucha la atención que el libro es la resultante de un pagamento, y lo místico no está ahí solo como un tema, no sé si lo esté interpretando mal,  pero es como tu forma también de conducirte a la escritura misma. ¿Quisiera saber de qué manera esos pagamentos, incluso los sueños y las revelaciones, han hecho parte de tu proceso creativo? 

J.V.A: Hay cosas que no puedo revelar, pero claro, para mí en el acto de la escritura está la vida misma, y cuando te digo eso, es que está la vida misma cuando estoy despierta o cuando estoy dormida.  Yo tengo una relación muy fuerte con los sueños, mi abuela era una indígena del Putumayo, y su comunidad tenía una gran relevancia por los sueños, se concebían como clarividencia. Te voy a contar un sueño porque me pillaste. Hace poco me soñé con Julio Cortázar. Yo estaba en una cocina de una casa en la que vivía en San Antonio cocinando, cuando miré hacia una claraboya y ví unos ojos y una barba que me estaba mirando y sonriendo, y dije: ese es Julio Cortázar. Y él no me dijo nada, solo miraba y sonreía, pero con su mirada y su sonrisa yo entendí que me iba a ganar un premio, y a los días ocurrió que me llamaron a decirme que me había ganado el Premio Nacional de Escritura. Viste, esas son cosas para mí que ni les quiero buscar explicación, son cosas que suceden. Y cuando te hablo de los pagamentos, es porque las personas que venimos de tradiciones ancestrales llámense indígenas, negras e incluso los mestizos que tenemos tantas raíces por descubrir,  estamos íntimamente comunicados con los muertos, y los muertos en las comunidades ancestrales no están muertos; están vivos, están aquí, nos están acompañando y se aparecen en los sueños, en las calles, mandan señales en todas partes.  Entonces mi relación con Busiraco no tiene que ver con que haya leído la leyenda y me dio por escribir sobre ella, olvidate, yo me fui a vivir temporadas con una santera para escribir este libro, y viví cosas que una las  cuenta y una no se las creen, y no importa que no se la crean sino que se crean el cuento. (Risas) 

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