Ana María Díaz Collazos explica en un apéndice de su libro que las leyendas contienen un simbolismo relacionado con el contexto social e histórico, y que son manifestaciones de situaciones históricas de mucho dolor que nunca se resolvieron (…) en el imaginario colectivo. La llamada del fantasma es la historia de Emma, una niña que responde a las señales de un grupo de almas en pena. Como todas las almas en pena, estas mujeres de principios del siglo XIX necesitan resolver un doloroso asunto, simple, desapercibido, que ha determinado el destino de nuestra nación: el enigma del medallón de Magdalena Ortega. La epopeya de la independencia contiene pocos nombres de mujeres y no es raro que aparezcan deslucidas o culpables como es el caso de las hermanas Ibañez, hermosas ocañeras que fueron objeto de la pasión de Bolívar, Santander, Antonio Caro y Jose Ignacio de Márquez para limitarnos a lo que Martha Bossio de Martínez plasmó en el guión de la miniserie de 1989. 

Según dice la leyenda, la disputa entre Santander y Jose Ignacio de Márquez por el corazón de Nicolasa Ibáñez dio origen al partido liberal y conservador. Pero el proceso de independencia tuvo otros rostros femeninos recogidos en La llamada del fantasma, novela diseñada para la lectura juvenil pero también universal. Emma es guiada por un arriero que lleva a una niña en el lomo de un buey hacia el colegio La Enseñanza, fundado por Clemencia Gértrudez de Caycedo y Vélez en 1783 en el barrio La Candelaria de Bogotá. Dicho colegio femenino no se limitaba a enseñar las artes domésticas, ahí las mujeres aprendían materias prohibidas para ellas como los asuntos de la vida política, del arte y de la literatura. Las maestras que ahí impartían clases contravenían los valores más entronizados de la naciente sociedad colombiana, la cual eventualmente hizo estallar escopetas para recuperar la tradición, la familia y la propiedad.