En Órbita

Mariangela Aponte Núñez: ¿Dónde está el original finalmente?

El pasado 12 de noviembre de 2021 el Consejo de Redacción de Tercera Órbita se reunió con la artista y docente Mariangela Aponte Núñez para conversar sobre el mundo del arte y la sociedad. Compartimos con la comunidad orbitante sus reflexiones y proyecciones de la cultura contemporánea.
En esta última entrega nos habló sobre la deriva de su obra editorial. 

 

T.O. Háblanos sobre tu producción editorial.  

Mariangela: El primer libro que hice se llama Hiperromanticismo, es un kit que nace de una residencia artística donde me encuentro nuevamente con la reflexión del paisaje, del agua y de esta idea hiper romántica. Siempre me criticaron por ser muy romántica y eso dentro de la reflexión artística cae súper mal porque obviamente eso lo manda a uno al pasado, pero yo sigo pensando que la sensibilidad es importante y que expresar esa sensibilidad es fundamental para entender nuestro momento hoy.  

Después vino el Proyecto Destructura, que es un proyecto colaborativo creado con otros dos artistas y curadores, nació en Cuba, hicimos una investigación y quisimos que estuviera escrito y puesto en algún lugar e hicimos un libro. En ese libro no escribimos ninguno de los artistas, pero dialogamos con los escritores para que ellos hicieran un análisis de nuestra experiencia, ahí están también nuestras fotografías. 

El tercero es Retratos hablados, no tenía ni idea que iba a ser un libro pero finalmente todo sale por la deriva. Todo ocurrió cuando nos mandaron a confinamiento por cuarentena. Yo estaba molesta porque me parecía que nos la estaban haciendo, así como se dice coloquialmente, y como soy docente, en este paso a la virtualidad que tuvimos que vivir, encontré historias de vida muy fuertes. Nunca había podido hablar con mis estudiantes de una manera tan íntima, siempre es una relación bastante limitada por el poder, por lo que se debe aprender, pero como estábamos todos tan sensibles había esta apertura para hablar de nuestras experiencias de vida. Entre esas, por ejemplo, saber que los padres de mis estudiantes estaban perdiendo sus trabajos y no saber cómo podían pagarle la carrera, cómo continuar sus estudios; estudiantes que viven y vienen de lejos en corregimientos fuera de Cali, de Nariño y otros lugares del país donde el problema de violencia es un problema real, que es tangible y está al otro lado de la puerta de tu casa. Padres que no podían salir a comprar víveres porque el confinamiento no estaba dictado por el gobierno sino por los paramilitares, y el miedo de estos estudiantes de estar lejos de sus casas y no saber si sus familias estaban bien. Entonces son preguntas demasiado concretas de la vida, de la subsistencia, que me hizo pensar que a lo mejor muchos queríamos hablar y contar qué nos pasaba.  

 

Entonces les dije: bueno, quién quiere conversar mientras yo lo dibujo, esa fue la intención, pasar el tiempo y conversar, y mientras eso fue ocurriendo, empezó a ser una experiencia muy significativa entender la vida de cada uno desde distintos puntos del planeta, había gente que estaba en Cali pero también me escribían desde otras ciudades del mundo, y empezar a sentir que estábamos muy conectados en ese momento de vida. Fue muy lindo, y, mientras hablaba con ellos, me decían: ¿qué vas a  hacer con todo esto, porque tienes un material muy interesante? Y como todos los museos estaban cerrados, las galerías estaban cerradas yo me preguntaba, ¿qué hago con esto?, ¿una exposición?, ¿¡Para cuándo!?

Entonces dije: quiero hacer algo que sea “entre comillas” una obra, que pueda ser transportable, que la gente se la pueda llevar, desarmar y montarla en su casa y hacer su propia exposición en su casa. Es un libro exposición, se desarma para sacar los dibujos de forma independiente, todos los dibujos se pueden exponer si quisieras, extraer el que más te gusta y enmarcarlo. El libro se convirtió en medio de expresión de una experiencia colectiva de quienes participaron en este ejercicio y finalmente de cómo llega a ser una obra, cómo hacer del libro una obra y una exposición en sí misma. 

Quise trabajarlo localmente con Calipsopress, que es un grupo de publicación y diseño en Cali que trabaja con risografía, yo no había trabajado nunca con eso, no entendía el proceso, así que quise acercarme a esa técnica  que agregaba un margen de error alto a la reproducción de los dibujos; entonces generaba también su propia impronta, como que la máquina se expresa en sí misma. Como no puede salir un dibujo igual al otro, porque es imposible, ya que la máquina tiene esas limitaciones, es muy aleatoria, también generaban nuevas expresiones dentro de la reproducción. Cada libro es distinto porque las reproducciones son distintas. Es un tipo de impresión digital en cuatricromía con un gran margen de error, como una fotocopiadora que va generando aleatoriedad con la cantidad de tinta, entonces aparecen nuevos tonos y nuevas expresiones. Quise acercarme a ello, y, de nuevo, para hablar brevemente sobre el original y la copia, hay dibujos que son originales y nacieron de esa expresión, y hay unas copias que son los libros, salieron cien, un tiraje pequeño, y cada uno es en sí mismo único. Hay allí una gran contradicción, pero es lo que lo hace interesante, ¿dónde está el original finalmente? Es también un proceso artesanal, tiene que ver con sistemas digitales, pero en últimas es gente que ensambla, que corta, y todos sabemos acá en Cali cómo es esa industria editorial, que es bastante artesanal y que presenta todas estas rupturas. A  mí me parece muy interesante justamente por eso, porque hablando nuevamente de la autenticidad, lo hace muy próximo y muy propio.  Entonces trabajé inicialmente con Calipso y luego me sugirieron trabajar la parte editorial con Taller Agosto, en Bogotá, fue muy linda la conversación con ellos porque entendieron muy bien la intención del libro, de ser frágil pero al mismo tiempo robusto, y sobre todo la idea de que está hecho por capas, como capas de experiencias; por eso en el libro hay varios niveles, de los dibujos en sí mismos pero luego del texto y el dibujo, juega con esa expresión. Ellos hicieron la parte del diseño, además de adaptar las ilustraciones al comportamiento de la máquina para optimizar su producción. El libro tenía la intención de llevar una obra del arte al espacio de lo doméstico, a la casa, y que una obra de arte pudiera ser el vehículo para la creación colectiva; ya había una experiencia colectiva pero individual, de cada uno con quien conversé, pero luego cómo hacer que una obra que pueda ser vendida financie acciones colectivas en el territorio.

Ahí vino la idea de generar un financiamiento colectivo, crear un crowdfunding del que se pudieran obtener los recursos para producir el libro, llevarlo a la realidad, pero que además produjera un excedente para apoyar procesos de huertas urbanas. 

 

El libro salió una semana antes del Paro, así que quedó en una gran pausa, mientras todo estaba ocurriendo afuera yo no podía pensar en el libro porque estábamos caminando hacia La Biblioteca de la Dignidad donando materiales. Ya cuando todo pasó, Expresión Viva me invita a hacer un lanzamiento y ahí tuve la oportunidad de reencontrarme con el libro como obra nuevamente y hacia el público. 

En pocas frases

¿El artista es un personaje único?

No, jamás. Somos la copia, de la copia, de la copia. Viva la piratería.

¿El arte es aquel objeto que es único o es aquel objeto que es fácilmente reproducible? 

Hay autenticidad y copia. El siglo XX se encargó de que dejara de existir lo original. 

¿Qué sería autenticidad? 

Quizás tu propia expresión. Cualquiera puede dibujar, ¿pero qué hace un dibujo auténtico?, que tiene una voz propia y cómo se desarrolla. 

¿Cómo esperas ser recordada en la historia del arte?         

Lo primero que se me viene a la cabeza, en este momento sería como alguien que nunca dejó de preguntarse, que siempre estuvo buscando y encontrando respuestas.  

Mariangela Aponte Núñez es una artista transdiciplinar cuyas prácticas exploran, desde la creación individual a la colectiva, la intersección entre medios tradicionales, técnicas artesanales y electrónica experimental junto a preocupaciones estéticas, medioambientales, sociales y políticas con frecuencia a través de metodologías inspiradas en el arte colaborativo y las prácticas del ‘hazlo con otros’ (DIWO).

 Ha sido artista en residencia del Año Colombia-Francia 2017, El Puente_lab, RESÒ 2015 y becaria ELAP 2012. Sus proyectos individuales y colaborativos han sido presentados en ciudades como Cali, Bogotá, La Habana, Estambul, Turín, Biella, Estrasburgo, Montreal, Quebec y Buenos Aires. 

 

Es Magíster en tecnología y estética de las artes electrónicas (UNTREF, Buenos Aires) y Licenciada en artes visuales (Universidad del Valle, Cali). Actualmente está interesada en el estudio de la jardinería y la botánica para crear procesos artísticos holísticos. 

Fuente: https://artes.bogota.unal.edu.co/

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