Pintar la fachada

¿Por qué un grafiti puede desatar una batalla del color en una ciudad?

En el marco de la batalla de los colores de Cali, hablamos con el muralista Alberto Velasco sobre la ciudad, el grafiti y la identidad.

SOMOS UNA SOCIEDAD FACHADA

Richard Sennett en su libro Carne y piedra trata de esbozar históricamente cómo fue que llegamos a las ciudades modernas y trata de explicar qué es un muro. Cuando Colón llegó al nuevo mundo, traía el modelo de expansión que el imperio romano había aplicado en la península ibérica y que consistía en cambiar todo el desarrollo autónomo que los nativos hubieran hecho para implantar el modo de vivienda de romano, o sea, el parque, la iglesia… porque ellos veían que eso era como un cuerpo. Estaba la iglesia, la cabeza, los brazos, las piernas, el corazón… así se desarrollaron todas las ciudades y por eso es que todas nuestras ciudades se parecen en esa distribución. 

Cuando leí ese libro me llamó mucho la atención porque quería entender por qué la gente se lo toma tan personal cuando uno interviene una fachada… Antes uno no tenía vecinos… estamos en este momento aquí en un patio caleño que ha levantado unos muros no muy altos y que se ve que se fueron levantando paulatinamente. Si nos remontamos tres generaciones atrás, el agua e’lulo nace de esa particularidad arquitectónica de que los patios estén conectados. Ahí empieza el agua e’lulo, la amabilidad caleña, la casa caleña y las puertas abiertas y toda la arquitectura caleña que configuró ese espíritu que tiene esa mezcla que somos. 

Si caminas por Cali, vas descubriendo todo lo que ella va narrando. Los calados no son otra cosa que las formas del Corán. Todo el entramado que tú ves en las rejas, en la cerrajería de las rejas de Cali, son la historia de esos moros que vinieron acá a construir la Torre Mudéjar… Las casas al estilo griego, las casa modernas, las malocas, toda es interacción social se ha modificado para convertirse ahora en un apeñuzque de casas homogéneas, con una sola fachada como la sociedad moderna, hay una fachada y un solo frente, ya no hay varios frentes, ni por los lados ni por atrás, no, hay un solo frente,  una sola cara que mostrar, una funcionalidad en el tema de vivienda. 

Ya no es el disfrute de la vida. Las casas pasaron a cumplir las funciones básicas, proteger del sol, la lluvia, poder cagar, dormir. Esos disfrutes se van reduciendo más. Los apartamentos de interés social son unas ratoneras. Un calor fuerte y la gente metida ahí. La gente en Cali pintaba las casas para celebrar la llegada de diciembre, se pintaba el sardinel y había una comunión. Pero entonces cuando el movimiento de arte más revolucionario que ha tenido la humanidad, se impuso con estos principios de decir, bueno, una fachada es la cara de las personas, es la apariencia, adentro ya no se visita, las casas ya no están hechas para recibir visitas, ni tu vida te permite recibir visitas, es lo que se ve por fuera.  Y si decimos que las casas son como personas, las ciudades también son personas. Esta es una sociedad que solo se preocupa por su fachada, por lo que aparenta, no por lo que está en su interior y cómo lo socializa con los demás.,  

arquitectura mudéjar

NUESTRA IDENTIDAD ES UNA FACHADA

arquitectura mudéjar 3

En las redes sociales estamos vendiendo fachadas de lo que somos, de lo que aparentamos ser, de lo que la gente cree de nosotros y pocas veces alguien se mete a la cocina. Por eso cuando vienes y le rayas la cara a una persona, esa persona entra en una crisis de identidad. ¿Qué soy yo? ¿Lo que soy o lo que me rayaron en la cara? ¿Por qué otra persona viene a hacer eso?

Por eso a mí me parece transgresor el tema del grafiti, porque no requiere de una autorización, no requiere un acuerdo. Nos dicen es que tiene que ser consensuado. ¿Y qué de lo que estamos viviendo es consensuado?, me pregunto yo. Porque a mí no me preguntaron cuando armaron este mierdero, o sea, yo he tomado muy pocas decisiones, he tenido que venir a luchar contra un poco de instituciones que históricamente son mi lastre. O sea, ellas quieren que las luchas sean consensuadas, que lleguemos a un acuerdo de las maneras de expresión, pero las maneras que han impuesto históricamente los aparatos morales, económicos, de justicia, espirituales, intelectuales, pertenecen a otras órdenes históricas. 

Eso era lo que yo pensaba cuando trataba de entender  por qué la gente se disgustaba tanto cuando le rayaban la fachada de su casa: pues porque la casa es una expansión del individuo. Y cuando rayan la casa grande, la ciudad, pues cuando te rayan tu propiedad privada tú sales a defenderla. Tanto así que cuando aparece el grafiti, aparece como city marketing, o sea, para turistas y la zona de confort. Pero el grafiti debe seguir reescribiendo constantemente la historia y yo creo que eso en Cali es un problema que tenemos. Yo he cuestionado lo que significa la identidad caleña como tal. A mí no me representa la maceta. Sí, entiendo que viene de una tradición. Pero yo lo que veo es que a esa tradición le hacen falta datos: los esclavos que trajeron de África, las plantaciones que después de 300 años siguen explotando a la comunidad, y la relación entre los plantíos y nosotros no ha cambiado mucho, salvo que ahora somos más pobres… y ellos son menos ricos, en el sentido de que son menos persona, pero siguen acumulando más capital.

Entonces las imposiciones culturales como la gastronomía, el sancocho, el champú, quieren como crear una identidad a partir de unos hitos, que si ves la línea del tiempo, aparecen de un tiempo para acá. La cultura caleña no puede escarbar muy hondo porque no va a encontrar nada. Va a encontrar que es un espacio geográfico, pero en lo cultural, en el espacio de las expresiones afro, mestizas e indígenas que habitan este territorio todavía no se ha dado. En cambio, el grafiti rompe con el establishment de cómo deben ser las formas. 

PINTAR LA FACHADA

Ahí viene una pregunta que es interesante: si el grafiti se nutre de lo que lo rodea y vamos a pintar lo que somos como caleños, ¿nosotros como cultura qué somos?, ¿a quién nos parecemos en los grafitis? A los gringos y a los franceses. Pero ese no es un problema solo del grafiti, sino de todas las artes. Siempre estamos buscando unos referentes que están lejísimos de nosotros. Pero pocas veces yo escucho ejemplos de qué vamos a buscar hacia lo originario que somos, de lo caleños que somos, ¿realmente qué es lo que nos están imponiendo? El tema de la cultura caleña reforzada por una feria, por unos estereotipos estético-visuales que solo representa los elementos de poder, es decir, lo que menos representa esta cultura, es lo popular.

Parafraseo a un amigo poeta que oí en estos días en la calle: Qué saben ellos del arte que encerraron para ellos en sus museos. O sea, ¿cuántos caleños han entrado al Museo de la Tertulia a ver las obras de Andy Warhol tan lindas que tienen allá, y que de vez en cuando sacan?, ¿qué porcentaje? ¡Es mínimo! 

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En cambio, ¿cuántas personas han visto los grafitis que hay en la autopista en Sur-oriental, hechos por el artista Pulpo, que lleva 10 o 20 años pintando. Él ha formado ese publico, ese criterio. Cuando hablamos de la situación actual de Cali y queremos emitir un estado del arte, tenemos que preguntarnos, ¿qué es lo que ha nutrido la intelectualidad caleña, los jóvenes, todas las bases populares?, ¿cuáles son las herramientas que han tenido en sus manos?

Yo creería que el grafiti ha ayudado a formar y le ha dado a las personas la oportunidad tener un contacto con el arte y el derecho al arte que debemos tener.

Para terminar de hablar de esta seudo-cultura caleña, me parece que con el ejercicio del grafiti desde otros territorios se han abierto unas preguntas sobre cuál es el estilo caleño y cómo vamos a seguir construyendo una identidad a través de un color, de una forma; de qué sustrato intelectual y filosófico vamos a tener para crear nuestro estilo caleño, el estilo colombiano que desde el arte urbano supla las necesidades que tenemos.

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