En Órbita

Buzirako Fútbol Club

Una de las novedades editoriales más interesantes de 2020 fue este libro de cuentos que mezcla la gráfica fanzinera del sursystem con el relato oral y uno de los personajes del panteón caleño.

Cortesía de La Gaceta

Una antigua leyenda caleña narra cómo el demonio del Cerro de la Popa de Cartagena fue expulsado en medio de rituales de exorcismo y arribó a Cali, donde también en un cerro se le oía celebrar sus festejos herejes atrayendo la atención de la infantas principescas de esta ciudad de San Sebastián de Benalcázar, poniendo en peligro y tentación a las divinas, virginales e impolutas niñas de la comarca que escapaban de noche a las fiestas del cerro regresando ya indomables, poseídas, descarriadas. En realidad, eran fiestas de esclavos que no se sucedían cada noche, como la leyenda quiere, ni cada fin de semana, sino cada que había un matrimonio, un nacimiento o una despedida, pero lo cierto es que antes como ahora, en palabras de Jaime Escobar, los blancos siempre han gustado de la música de los negros y de las frutas de los negros y de los negras de las negros. Es por ello que según la legendaria narración, el 3 de mayo de 1837, día de la Santa Cruz, Fray Juan y Fray Vicente Cuesta celebraron una misa en el cerro y pusieron tres cruces de palo para exorcizar al demonio que habían visto con aspecto de murciélago, y al que le endilgaban la lepra, el dengue, la viruela y los incendios que devoraban los cañaduzales mientras los negros tocaban sus tambores invocando las voces milenarias de sus muertos y las señales de los dioses exiliados que forjaron los ríos que corren por las maniguas africanas. (Prólogo)

Al parecer las cruces dieron resultado, desaparecieron los festejos, los tambores y las llamas del cerro, la lepra, el dengue y la viruela; los incendios no porque en realidad sigue siendo necesarios para la recolección de la caña. Un siglo después, el 3 de mayo de 1937, el padre Marco Tulio Collazos celebró otra misa en el cerro y cambió las cruces de madera por unas de cemento. Miles de caleños fueron a ese nuevo ritual de exorcismo, pues se había visto a un macho cabrío deambular por las calles de Cali y una juventud indómita auguraba trágicos desenlaces. Unos años más tarde la endemoniada música de la salsa se apoderó la ciudad y fue entonces que se supo que las tres cruces no habían expulsado al demonio, sino que lo había dejado atrapado en la ciudad y se quedó deambulando.

Dicho demonio recibe el nombre de Buziraco, pero dado que es un demonio llegado a América durante el comercio triangular, Jenny Valencia plantea que es uno de los aspectos de Changó, el mismo que en Cuba ha tomado la forma de Santa Bárbara y que es un dios pendenciero, festejador, asociado a la música y a la guerra.

En las historias de este libro, el dios afro-colombiano renace en la alegría del fútbol barrial que va siempre acompañado de música, baile, lujuria y pelea; por ello brinda su fantasmal colaboración al equipo adversario del Deportivo Trópiko, poseyendo a los jugadores para hacer dribles y fintas de fantasía con las que se alzan campeones de la ciudad, dando así lugar a la hegemonía del Buzirako Fútbol Club.

En este libro de cuentos Jenny Valencia vuelve a demostrar su habilidad para ensartar frases largas, con una sonoridad oral sorprendente en busca de una lengua literaria propia e  identitaria de Cali, siguiendo el camino iniciado por Hernán Hoyos y Andrés Caicedo entre otros autores, que asombrados por la sabrosura particular del hablado caleño han querido robarle el fuego para hacerla suya. La de esta escritora oriunda de Pereira es una lengua que llega a contener en su desenfado una adjetivación execrable, llena de invocaciones rituales y dejos de calle: Evelin Portento, maldiciente y marrullera, posee una luz que le ensombrece los ojillos de mapaná, casi siempre a la intemperie, sino fuera por las gruesas capas de rímel con que intenta agrandarse las ralas pestañas (Envidia).

La obra fue ganadora para su publicación de la Convocatoria Estímulos 2020 de la Alcaldía de Cali y fue diseñada por Carlos Andrés Carrillo. En su interior contiene conceptos visuales e ilustraciones tipo fanzine que complementan este universo pletórico de metafísica y de realismo exacerbado desde lo popular. 

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