Por Mónica Garcés Arcos*
Especial para Tercera Órbita
Si buscas cautivar los cinco sentidos y dejarte sorprender por el arte y la historia en un solo lugar, no puedes perderte Oporto, una ciudad costera al noroeste de Portugal.
Oporto, una de las ciudades más antiguas de Europa y uno de los asentamientos más importantes del Imperio Romano, época donde recibió su nombre Portus Cale dando origen al nombre Portugal, se consolidó como un importante centro comercial, especialmente para la exportación de vino.
Esta tierra del noroeste de Portugal es un manjar para los sentidos. Caminando sobre la Av. de Dom Carlos I dirección oeste, bordeando el Río Duero, llegué al Farolim da Barra do Douro para observar la gran extensión de costa bañada por el océano Atlántico; sus playas hacen parte del menú de los surfistas. El gran río Duero atraviesa la ciudad de oriente a occidente y sirve como un gran conector marítimo, alberga en su ribera los sonidos del fado y el aroma a vino.
La paleta de colores que se despliega en sus atardeceres es vibrante. Sus innumerables puentes se extienden a lo largo del río dejando un recuerdo inolvidable para quienes saborean su atmósfera.
Porto en portugués. Ciudad que destila los sabores del Fado. Intérpretes como Ricardo Ribeiro y Aldina Duarte narran con sazón de melancolía y nostalgia las historias de la vida a través del canto portuario y tabernero del Porto Antigo. Sentir, esto es fado: un poema sagrado, expresó Aldina Duarte.
La ruta sensorial
Corrían los días del mes de febrero de 2018, era una de aquellas tardes invernales, donde los atardeceres se desvanecen en tonos naranjas, azules y violetas. Me dejé guiar por la atmósfera musical y el aroma a Vinho do Porto, receta famosa que nació entre los siglos XVI y XVII; se menciona que el aguardiente de vino es el toque mágico, los conocedores de vino añaden que la variedad de uvas que se cosecha en el valle del Rio Duero son especiales y gracias a estas propiedades podemos endulzar el paladar con sus cuatro categorías existentes: Tawny, Rubí, Añada y LBV. En su gastronomía y cultura el vino es un referente artesanal muy importante.
Atravesando el icónico Puente Luis I, una joya arquitectónica e ingenieril construida en 1887, llegué a Vila Nova de Gaia, famosa por sus bodegas de vinos, sus bares y restaurantes a lo largo del río. Desde allí cuando la música, el atardecer y la comida se funden placenteramente, las vistas panorámicas de Oporto se convierten en un escenario majestuoso. Vila Nova de Gaia me ofreció una de las experiencias sensoriales más deliciosas de mi viaje por el viejo continente.
De regreso por el Puente Luis I, desde la Av. Vimare Peres hasta la Rua de Saraiva de Carvalho, entre automóviles, bicicletas, trenes y el barullo de la gente llegué a la plaza de la Catedral de Oporto, el corazón del centro histórico, declarado en 1996 por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. La Catedral es un plato arquitectónico magistral, su primera construcción data desde el siglo VI, la cual fue abatida por la ofensiva musulmana en el siglo VIII; se retoman obras de construcción hacia el siglo XVIII, momento en que toma la forma actual; en sus muros lleva impregnada la historia, mezcla de románico, gótico y barroco como una fusión exquisita de estilos que guardan las memorias de las vidas que habitaron y pasaron por Oporto.
Entre el arte y la naturaleza
Continuando la caminata por la Av. Dom Alfonso Henriques hasta la Rua Dos Clérigos, pasando por la Praça da Liberdade, se llega al Jardim da Cordoaira, también conocido como jardín de João Chagas, diseñado en 1865 por el arquitecto paisajista alemán Emile David. Custodia esculturas de artistas contemporáneos, se destacan las de Juan Muños, una colección de figuras humanas en diferentes posiciones hechas en bronce y casi de tamaño real conocida como Treze a Rir uns dos Outros (Trece riéndose unos de otros). Pero lo que más me impresionó fueron sus árboles de grandes troncos cónicos, una especie conocida como plátano de sombra que se alzan imponentes hasta los 40 metros y se extienden a lo largo del parque formando una pasarela. La sensación al caminar entre la majestuosidad de estos árboles es degustar la inmortalidad. Imágenes surrealistas que se grabaron en mi memoria como un plato exótico que no se olvida.
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Otra expresión artística propia de la ciudad son sus azulejos pintados a mano, narran episodios significativos de la historia de Portugal e inundan de colores los muros de estructuras icónicas como se observa en la Iglesia del Carmen, en la Iglesia San Idelfonso, en la Estación de Sao Bento como ejemplares de las pinturas de épocas pasadas, y en el Muro de Joana Vasconcelos, una obra que cuenta con 8.000 piezas pintadas a mano que resalta la técnica artesanal de los azulejos en una muestra de arte contemporáneo.
Esperé 17 años desde el sueño hasta la realidad. Oporto, sin duda, el bouquet del viaje por Europa.
*Arquitecta de la Universidad de la Salle de Bogotá. Especialista en Investigación Proyectual orientado en Vivienda Colectiva. Apasionada por la construcción de procesos colectivos, especialmente en la arquitectura de la ciudad. Ha participado en proyectos con enfoque social tanto en contextos urbanos como rurales. Actualmente se enfoca en los estudios de vivienda colectiva y ciudad. Una viajera apasionada que relata sus experiencias a través de la escritura. Participante del Taller de Periodismo Complejo impartido por Tercera Órbita.
Maravillosa reseña!! Que ganas de ir a Oporto.